Tras la desintegración del imperio carolingio, los sajones se convirtieron en los más poderosos príncipes de Germania. En 918 Conrado I, rey de Germania le transmitió sus poderes al duque de Sajonia, Enrique, que fue coronado rey en 919.
En los primeros años de su reinado obtuvo la sumisión de los duques y consolidó las provincias orientales al derrotar a eslavos y húngaros. A su muerte en 936, los grandes de Germania eligieron a su hijo Otón como rey, naciendo así una dinastía Sajonia.
En su reinado Otón en 937 puso bajo su mando al ducado de Borgoña y el reino de Italia. En 951 rescato a la viuda del rey Lotario II, Adelaida, que se encontraba presa en Italia por Berengario II y se cazó con ella para hacerse coronar rey de Italia. En 953 su hermano Enrique y otros duques se levantan en su contra, pero consigue la victoria y su autoridad es reconocida en todo el reino, cuyo poder se baso en el episcopado, al incorporar a obispos en importantes cargos políticos.
En 955 alcanzó la cima de su prestigio con la victoria en la batalla de Lechfeld, derrotando a los húngaros. En 961 el papa Juan XII le pide ayuda en contra de Berengario, para ser coronado en Roma en 962 y prohibió a los romanos elegir papa sin su consentimiento. A continuación logró la conversión del príncipe polaco y la evangelización de los húngaros. En 970 se acuñaron monedas de plata y Otón establece una alianza con el rey de Bizancio al casar su hijo con la princesa Teófano.
En 973 muere Otón el grande como el emperador más poderoso de Europa, con un reino que abarcaba Germania e Italia. A continuación su hijo Otón II muere brutalmente asesinado por los musulmanes en 983, mientras dos emperatrices Adelaida y Teófano continuarían el imperio con el joven Otón III de tres años.
En 966 Otón III es coronado emperador y nombra a su preceptor como papa bajo el nombre de Silvestre II. Esta decisión chocó con los intereses de los italianos que lo exilian en 1001, hasta su brutal muerte en 1002.
A pesar de estos acontecimientos durante la dinastía Sajonia se acrecentaron la arquitectura, la escultura y la ilustración de manuscritos, los emperadores se rodearon de hombres de letras y estas artes proliferaron y aunque la falta de vías de comunicación era negativa para el imperio entre los siglos X y XI se vivió un auge del comercio con la fundación de ferias y mercados en los que se intercambiaban sal, armas y joyas por esclavos, cera y caballos, mientras las comunidades judías, los artesanos y los comerciantes extranjeros eran protegidos. Finalmente tras el reinado de Enrique de Baviera, se cimenta la dinastía salía o de franconia con el reinado de Conrado, duque de Franconia y nieto de Otón el Grande.
Posteriormente en el sur de Italia se encontraba la participación de apreciados mercenarios normandos en una lucha ente los musulmanes de Sicilia, Bizancio y los estados lombardos, encontrados también en España durante la Reconquista y en Constantinopla en combates contra los turcos.
Sicilia por su parte, se enfrentaba al rey de Germania y de Italia, mientras los normandos le prestaban sus servicios. Entre 1016 y 1018 combatieron a favor del papa y de los lombardos en contra de Bizancio, pero la revuelta fue aplastada y aún así por el valor de los normandos, el duque de Nápoles le otorgo a Renouf el condado de Aversa, constituyéndose el primer principado normando en Italia.
A continuación de Renouf, vinieron Guillermo Brazo de Hierro y sus hermanos, hijos de Tancredo de Hauteville y además de Aversa se fundaron una docena de principados Normandos por los hermanos Hauteville entre 1038 y 1040. Los príncipes lombardos y el papa León IX, asustados por el poder normando, hicieron un llamado al emperador germánico y los enfrentaron en 1052, pero en 1054 los Normandos obtuvieron la victoria y apresaron al papa.
En este contexto se encontraba el cisma de la Iglesia que separó a las cristiandades bizantina y latina, acompañado con las querellas de la investidura que enfrentaba al Sacro imperio romano germánico con el papado por designar a quién tenía el poder de nombrar a los obispos. Los Normandos aprovecharon esta situación y el papa Nicolás II se alió con los más poderosos, Ricardo de Aversa y Roberto Guiscardo, quienes recibieron los ducados de Capua y de Apulia en 1059.
A continuación, Roger el más joven de los Hauteville conquistó la Sicilia musulmana tras 30 años de guerra ente 1060 y 1091, mientras Guiscardo se apoderó de Bari y Brindisi, en 1071, últimos territorios bizantinos en Italia y para 1076 tomó el principado de Salerno, último de los estados lombardos.
Ante las conquistas de Guiscardo el papado se sintió amenazado y los excomulgan, pero el papa Gregorio VII, establecería una alianza con los normandos en 1080 y cuando el emperador Enrique IV se hizo coronar en Roma y depuso a Gregorio por un antipapa, en 1084 Guiscardo reconquistó y saqueó la ciudad.
Tras la derrota de Bizancio en 1071 en la batalla de Mantzikert frente a los turcos, le hizo ver a Guiscardo que era el momento para controlar Constantinopla, por lo que mando a su hijo Bohemundo a Epiro, para la conquista de Bizancio. Al principio, los normandos salieron victoriosos en Macedonia y Tesalia, mientras la flota de Venecia, aliada de Bizancio impedía el paso de los normandos, por lo que la destruyeron en 1084.
En 1085 con la muerte de Guiscardo el poder de los normandos se tambaleó y su hijo no pudo llegar a Bizancio y si bien había logrado fundar un principado en Antioquía para 1109, este fue perdido en 1125, mientras el escudo veneciano continuaría sirviendo de defensa para los bizantinos.
Por su lado en Sicilia, Roger II, hijo de Roger de Hauteville, tomo Apulia, dominio sobre Sicilia y el sur de Italia, tras 10 años de campañas de extrema violencia, obligando al papa a otorgarle el título de rey de Sicilia, Capua y Apulia y desde 1148 Roger II controló desde la costa africana de Túnez hasta Trípoli.
El reinado normando de Sicilia fue bastante exitoso y durante el mandato de Roger II se desarrolló una brillante civilización en que la convivían cristianos griegos y latinos, judíos y musulmanes, la vida intelectual mejoró y Occidente recibió las obras de la antigüedad griega, así como los escritos de médicos y astrónomos árabes. Pero el comportamiento oriental y árabe de los condes y reyes de Sicilia hicieron muchas veces que el pueblo y los señores feudales se levantaran en su contra, pero un así esta región del Mediterráneo vivió su edad de oro y tras la muerte de Roger II en 1154, sus sucesores no supieron conservar su imperio.
El reino normando se debilitó mediante el juego de sucesiones y alianzas, hasta que cayo en manos de Enrique VI de Hohenstaufen en 1194, convirtiéndose en una de las principales bases del poder imperial germánico hasta 1268.
A continuación Federico II, nieto de Federico Barbarroja sucedió a su padre Enrique de Hohenstaufen, en el trono de Sicilia por su madre Constanza. El joven rey tomó el poder en 1208 y sus dominios abarcaban las islas del Mediterráneo y el sur de Italia, mientras el norte de Italia estaba en manos del Sacro Imperio, donde reinaba Felipe de Suabia y en el centro dominado por los estados pontificios.
El papa Inocencio III había velado por la educación de Federico, quien obedecía al papa y tras el asesinato de Felipe de Suabia, Otón IV, traicionando al papado, se había dispuesto a tomar la península italiana. Inocencio pidió ayuda a Federico que se encontraba aliado con Felipe Augusto, rey de Francia y los genoveses. En 1211 con el apoyo de una serie de príncipes Federico II logró entrar en Frankfurt en donde se proclamó emperador.
Con la muerte de Otón y de Inocencio en 1216, pudo aspirar a sus ambiciones políticas y en 1220 se hizo coronar emperador en Roma, conservando el reino de Sicilia. Desde este momento Federico se convirtió en emperador de Alemania, pero se mantenía ligado a Sicilia. A continuación se casó con Constanza de Aragón asegurando la centralización del poder, que sus antepasados los normandos no lograron.
Federico pretendió ser un verdadero heredero de los emperadores romanos en Sicilia, impuso el derecho romano, hizo destruir los castillos de los nobles, frente a los que se volvió hostil, reorganizó la Iglesia, puso fin a los levantamientos musulmanes en Sicilia, abolió las concesiones comerciales de pisanos y genoveses, estableciendo un estricto sistema aduanero que le procuró importantes ingresos fiscales y fundó una universidad en Nápoles, asegurándose la formación de miembros dirigentes en un estado renovado, mientras en Palermo se reunía con sabios árabes, judíos y cristianos, con los que discutió sobre ciencias, además de participar en la composición de poemas.
Durante su mandato prevaleció su presencia y actividad sobre Sicilia que en Alemania, a la cuál dejó a su hijo Enrique, apoyado y educado por el arzobispo de Colonia, mientras se dedicó a dotar territorios a príncipes eclesiásticos y laicos, sin debilitar el dominio imperial sobre Alemania, que terminó por desmantelarse en los variados principados. Por otro lado, convirtió a los caballeros teutónicos, dirigidos por el gran maestre Hermann de Salza en sus agentes preferidos, quienes les permitieron conquistar Prusia que todavía era un estado pagano.
Seguidamente Federico tenía la idea de la creación de un imperio universal, por lo que se gano contrarios en las comunas güelfas apoyadas por el papado, mientras las comunas gibelinas eran fieles al emperador. En esta situación decide emprender la cruzada para tomar Jerusalén que había caído en manos musulmanas desde 1187.
Federico se vuelve cruzado en 1215 y hacia 1225 no había partido, aprovechándose para casarse con Yolanda de Brienne, heredera del reino de Jerusalén, tomando el título de rey. En 1227 reúne a los cruzados en el sur de Italia, pero una peste diezma el ejército y desiste de partir, mientras el papa Gregorio XI, ya exasperado, lo excomulga ante sus pretextos desde hace 15 años.
A pesar de su excomunión ya Federico había partido en 1228 y se entrevista con el sultán de Egipto al-Kamil. Ahora no solo estaba excomulgado sino aliado con un príncipe musulmán, pero gracias a ello consigue devolver a los cristianos Jerusalén y los Santos Lugares, pero los italianos indignados con Federico deciden apoyar al papa.
Ante esta situación Federico tenía la necesidad de imponer su autoridad, en 1230 firma con el papa la paz de Ceprano, pero en 1235 tuvo que aplastar una revuelta en Sicilia fomentada por su hijo Enrique. Seguidamente Federico invade los estados pontificios y es excomulgado nuevamente en 1239, sufriendo dos severas derrotas, su deposición en 1245 por el papa Inocencio IV y una revuelta en Parma que terminó en desastre para el ejército imperial en 1248.
En 1250 muere el emperador sin haber cedido en el poder, no dejo nada tras de sí, mientras Alemania se perdía la autoridad imperial y Sicilia pasaba en manos de la casa de los Anjou.
Posteriormente el enfrentamiento entre los güelfos partidarios del papa y los gibelinos del emperador continúo. En el siglo XIV, el papa renunció a vivir en Roma y se instaló en Aviñón, mientras el emperador germánico decidió no intervenir en Italia desde 1310. El alejamiento entre papa y emperador causó un vacío político en Italia, a la vez que güelfos y gibelinos se sumían en luchas internas, el período conocido como el Trecento había empezado.
En este contexto las alianzas se hacían y deshacían, mientras emergieron potencias como Nápoles, gobernaba por los descendientes de Carlos de Anjou, Sicilia que desde 1248 estaba gobernada por una dinastía aragonesa, supuestamente heredera de Federico II. Florencia la güelfa que se oponía la gibelina Milán, dirigida por los Visconti y a su vez Venecia y Génova, que se sumían en luchas por el control del Mediterráneo, además de los mercenarios condotieros que ofrecían sus servicios en las disputas italianas.
A pesar de esta situación de luchas políticas, nada impidió el desarrollo del renacimiento italiano, en donde cada ciudad empezó a rivalizar por el brillo de su producción literaria y artística, mientras los príncipes, comunas e iglesias contrataban a hombres de letras para fomentar su propaganda política.
En esta situación destacaron hombres como Dante en Florencia, quién se esforzó por convertir el dialecto florentino en una lengua literaria que se convertiría en el italiano. Tras convertir el florentino en una lengua noble, aparecieron hombres como Petrarca y Boccaccio, el primero elaboró sus obras en italiano y encontró las cartas de Cicerón, que permitieron revelar como era el comportamiento de los romanos antiguos. Por su lado Boccaccio continuó la obra de Petrarca y se destacó por su famosa obra, el Decamerón.
En este ámbito nació el Humanismo, que transformó la vida cultural en Italia y además de las reconocidas universidades de Bolonia, Padua y Nápoles, en el siglo XIV surgieron muchas otras universidades, que permitieron el desarrollo del renacimiento intelectual italiano.
Así como en los centros de poder italiano se atraían a hombres de letras, también destacaron personajes en el arte y particularmente los pintores. La pintura considerada como un mero oficio artesanal, se convirtió en una verdadera red de mercado y destacó principalmente un pintor conocido como Giotto, exaltado por Dante en la Divina Comedia.
Giotto convirtió el arte en realismo, que superaban al hieratismo bizantino, al simbolismo romano y al arte gótico. Esta renovación también fue fruto del desarrollo económico en Italia, principalmente de Génova y Venecia que establecieron un monopolio comercial con oriente. Dominaban las rutas marítimas y tenían factorías en tierras islámicas y en Bizancio.
Aparecieron centros artesanales como Lucca y Florencia en el ramo textil, así como en las armas y la metalurgia, destacando a Milán, mientras los banqueros lombardos, gracias al dominio de las técnicas comerciales controlaban las ferias de Champaña y el comercio con Brujas, además de asesorar en el ámbito financiero al papa y a los reyes de Francia e Inglaterra. Italia se había convertido no solo en la madre de las artes sino también de la economía moderna en Europa.
A continuación el poder de Italia quedó controlado por diversas ciudades estado tales como Milán poseedora de un sólido ejército y de una próspera economía, Venecia que había ensanchado sus dominios en tierra firme y había consolidado un imperio marítimo, los estados pontificios cuya estructura era débil por las divisiones entre las facciones que lo conformaban, Nápoles que desde 1433 estaban en manos de Alfonso de Aragón, mientras se iba consolidando poco a poco y finalmente Florencia, cuna de las artes y diezmada por la peste negra cuyo poder se debía a su fortuna, a los negocios y las finanzas y a mediados del siglo XV ya contaba con 50 casas comerciales y controlaba el comercio internacional.
Milán controlaba Pavía, Parma y Piacenza, pero las dos últimas pasarían a manos del papa, Venecia dominó Padua, Verona, Vicenza, Udine, Bérgamo y Chipre, mientras Florencia adquirió Pisa y Livorno y en 1454 se estableció la paz de Lordi que permitió un equilibrio entre las cinco potencias, Milán, Venecia, Florencia, Nápoles y los Estados pontificios.
Parte del éxito de Florencia se evidenció con la ascensión de los Médicis. Su fundador Juan de Médicis, reconocido banquero de Roma, llegó a Florencia en 1397 y en 1421 se convirtió en magistrado supremo de la ciudad.
Seguidamente su hijo Cosme, reforzó el poder de la compañía de los Médicis y su crédito político, que granjeó el apoyo del pueblo, pero las grandes familias dirigentes lo exiliaron por miedo en 1433. Cosme se instaló en Venecia, en donde impulsó el papel internacional de la compañía y en 1434 fue llamado a Florencia por la señoría convirtiéndose en soberano de la ciudad.
El señorío de la ciudad se ejercía cada 6 años, pero para no chocar con los intereses de la democracia, Cosme consiguió colocar hombres de confianza para asegurarse la dirección de Florencia mientras era él quien tomaba las decisiones.
El poder de la compañía de los Médicis descansó en sus fábricas de tejidos de seda y en su venta de productos variados como aceite, especias y pieles, además de un monopolio comercial del alumbre, esencial para las tinturas. Los Médicis también controlaban los bancos en Italia y en el resto de Europa, en ciudades como Aviñón, Ginebra, Lyon, Brujas y Londres.
Supieron ganarse el apoyo del pueblo gracias a un generoso mecenazgo y a mantener oculta su posición en el poder, además de apoyar en la reconstrucción de iglesias y en la dotación de bibliotecas, mientras los humanistas participaban en la vida política y en el auge de la ciudad.
Cosme muere en 1464 y le sucede su hijo Pedro que muere en 1469. A continuación su hijo Lorenzo toma el poder y tras una conjura de la rica familia de los Pazzi y del papa para asesinarle, esta falla, pero su hermano Juliano muere asesinado. La respuesta de Lorenzo fue contundente y establece un absolutismo en Florencia.
Mediante un matrimonio de su hija mantuvo el dominio sobre la familia del papa, pero los negocios de la banca familiar empezaron a evidenciar cuantiosas perdidas y entre 1477 y 1479 cerraron algunas filiales, el conflicto del papa causo una importante perdida en el mercado de alumbre, mientras Lorenzo gastaba cada vez más en sus fiestas de Florencia.
Durante el período que estuvieron los Médicis, Florencia se convirtió en el centro de las artes liberales, la gramática, la poesía, la elocuencia, la pintura, la escultura, la arquitectura y la música. Los humanistas, en tiempos de Lorenzo, renunciaron a la política y se dedicaron a la poesía, a la filosofía y a las artes que exaltaban la belleza.
Aparecieron centros de vida cultural como la Academia de Careggi, en la que estudiaban poetas, juristas y filósofos, así como cualquier hombre cultivado en el saber, quienes estudiaban a Platón y los evangelios. Durante este período destacaron hombres en la música y la pintura, destacando a Fra Angélico, Piero della Francesca, Leonardo da Vinci, que después de estudiar con Verrocchio se desplazó a Milán y Botticelli, famoso en Florencia por obras como La primavera y el nacimiento de Venus, cuyo arte fino, delicado e irreal rompía con las preocupaciones artísticas de la época concentradas en el paisaje.
En 1492 muere Lorenzo de Médicis, el Magnifico, su hijo Pedro toma el poder en 1494, este pide ayuda a Carlos VIII, rey de Francia, situación que causó el levantamiento de ciudadanos armados, que lo obligaron a huir, estos proclamaron la República pero en 1512 los Médicis volverían a tomar el poder con el apoyo del papa León X.
En Italia había nacido una nueva época en la Edad Moderna desde la muerte de Lorenzo, mientras Alemania quedaría separada con el ya desaparecido Sacro Imperio, en este contexto Italia se convirtió en el centro del Renacimiento de las artes y del inicio de las doctrinas Humanistas, esenciales para el desarrollo de la Edad Moderna.