El concepto de cultura ha venido sufriendo una serie de cambios y refinamientos a raíz de los aportes de diversos autores y tendencias, la cuál puede ser entendida como el producto de las interrelaciones entre un conjunto de sistemas de significados, que se componen por un conjunto de rasgos culturales, establecidos en las tradiciones, costumbres, comportamientos, hábitos y creencias de los diversos grupos humanos, aprendidos socialmente y que están incluidos en patrones culturales como los modos en que son expresados y se relacionan dichos rasgos, los cuales determinan las características distintivas de cada cultura y que a su vez incluyen y están sujetas a un sistema de valores culturales, que establecen el deber ser de cada cultura, necesarios para mantener los limites en la relación de los rasgos culturales dentro de cada patrón cultural, incluidos y articulados en la relación que mantiene entre sí diversas instituciones de índole político, económico, jurídico, matrimonial, familiar, entre otros, quienes permiten a los grupos humanos adaptarse a su realidad física, en concordancia con su realidad social mediante la segmentación que realizan de su propia realidad, a través de la significación de valores y sentidos, transmitidos por medio del lenguaje y expresados de forma significativa con su escritura, dentro del conjunto de relaciones integradas que componen y diferencian a las distintas culturas.
Este concepto de cultura es tomado de los diversos aportes realizados por varios autores en los intentos de tratar de explicar que es la cultura. Es importante considerar que en un principio, el término fue usado como influencia del pensamiento ilustrado francés para referirse al grado de conocimiento que poseía una persona, del que se desprenden designaciones como culto e inculto, erróneos para el concepto de cultura que se maneja en las ciencias sociales.
De la misma forma la cultura era estudiada en parcelas separadas entre sí, a lo que Edward Tylor reacciona con su concepción universalista de la cultura, pasando a ser el primero en aportar la noción de totalidad a su definición, al darse cuenta que esta no puede ser estudiada como una entidad separada, sino como un todo comprendido por conocimientos, creencias, costumbres, entre otros hábitos adquiridos socialmente, que es otro aporte fundamental que realiza Tylor a nuestro concepto, que permite considerar a la cultura como una adquisición producto de relaciones sociales más que de la herencia biológica.
En este contexto Boas toma el concepto de totalidad de Tylor, pero se centra en el estudio de las culturas más que de la cultura, al explicar que cada una solo puede ser estudiada en su propio contexto histórico, algo fundamental de lo que nace el particularismo y explica que la cultura no es un ente general y único sino que existen una gran variedad de culturas por la diversidad de grupos humanos.
A partir de esta premisa universal de la cultura como un todo y de la existencia de varias culturas es que Malinowski propone la noción de que la cultura no es solamente una totalidad de la suma de elementos, sino que es un todo integrado de elementos relacionados, por lo cuál añade al concepto de cultura la composición de instituciones que están relacionadas entre sí, pero falla al no tomar en cuenta las contradicciones que existen dentro de cada cultura al llevar al extremo su concepto integracionista de relaciones estables, ya que las culturas no son algo homogéneo y están sujetas al cambio, algo que el ahistoricismo de Malinowski prácticamente negaba, al decir que las culturas cambian poco.
También es importante el aporte que realiza Ruth Benedict al designar la capacidad que tienen los grupos humanos para segmentar su realidad al tomar distintos elementos culturales de todos los que existen, los cuales se orientan mediante ciertos modelos o estilos conocidos como patrones culturales y es de allí, en conjunto con los aportes de Margaret Mead que nace la idea de patrones culturales como las formas en las que se expresan y se relacionan distintos rasgos culturales y que explican la diversidad de la cultura, que además son adquiridos socialmente bajo la influencia de instituciones, destacando la educativa y que a su vez están sujetos por los valores de cada cultura.
Finalmente Lévi-Strauss realiza un análisis estructuralista de la cultura y la define como un conjunto de sistemas simbólicos que expresan aspectos de nuestra realidad física y social, así como la relación entre ellas, además de las relaciones entre los mismos sistemas. Además añade la idea del lenguaje como el medio por el cual la cultura puede ser transmitida por las sociedades, así como la relación que guarda con la cultura, es por ello que tomando como premisa inicial el concepto de Strauss, él de Tylor puede ser refinado no como una totalidad de elementos agregados sino él de la cultura como el producto total de las relaciones de sistemas con significado, en donde no existe una cultura sino distintas culturas como afirmaba Boas, en donde la relaciones que se dan dentro de las culturas, son producto de las interrelaciones de instituciones, aporte importante de Malinowski, las cuales permiten estudiar los modos en que se expresa la cultura, es decir los patrones culturales propuestos por Benedict, en los cuales encontramos muchas más relaciones entre rasgos culturales gracias al establecimiento de un sistema de valores que explica la configuración que debe existir en cada cultura.
La cultura solo puede existir si se da un grado de relaciones entre los factores que la integran, pero es importante considerar que estas no son estables sino están sujetos a procesos de cambio cultural que también forman parte de las relaciones que componen a las culturas, así como de los procesos de intercambio entre grupos culturales, que al tomar elementos entre una cultura y otra estos buscan ser integrados dentro de todo el complejo que es su sistema cultural.
De la misma forma la cultura tiene una gran importancia en la sociedad al influir en la personalidad de los individuos de cada grupo cultural, así como por darle la capacidad a los grupos humanos de adaptarse al entorno donde viven gracias al conjunto de técnicas que se desarrollan como resultado de las relaciones que se dan dentro de cada cultura, las cuales dependiendo de las circunstancias históricas de cada grupo cultural le han permitido de distintas maneras adaptarse a su medio e inclusive trabajar para dominar a la naturaleza, como una de las consideraciones más importantes por la cuál se estudia la cultura, al constituir la capacidad mediante la que los grupos humanos segmentan su realidad, por medio de la significación de valores y sentidos, que les permite sobrevivir en el mundo donde viven.
domingo, 17 de octubre de 2010
viernes, 17 de septiembre de 2010
Godo
Esta es mi primera investigación en Técnicas de Investigación Documental I de la carrera de Historia:
Godo: En la historia universal el gentilicio conocido como godo, se aplica a todas aquellas personas pertenecientes a una civilización germánica llamada por los romanos como pueblos bárbaros, procedentes de Suecia y que tras cruzar el Báltico se instalaron en la cuenca de Vístula hasta llegar al bajo Danubio en torno al Mar Negro. Este pueblo asoló los Balcanes, saqueó Atenas e invadió la península itálica, por lo cual mantuvo conflictos con el Imperio Romano.
Tras la invasión de los hunos en 370 este pueblo se separó en dos facciones, los visigodos y los ostrogodos, los primeros se aliaron con el imperio romano, pero tras la muerte del emperador romano Teodosio saquearon Roma y eligieron como rey a Alarico. Se establecieron en Hispania y la Galia, pero esta última les fue arrebata por otro pueblo germánico, el de los francos y en 711 los visigodos fueron conquistados por los musulmanes.
Por su lado los ostrogodos fueron sometidos por los hunos y se aliaron con estos contra Roma, tras la derrota en la batalla de los campos cataláunicos y la retirada de los Hunos, los ostrogodos tomaron la península italiana pero fueron derrotados por el emperador bizantino Justiniano y su general Belisario, terminando por ser absorbidos por otros pueblos germánicos como los alanos, burgundios, francos y vándalos.
Godo: En la Historia de Venezuela el término godo también ha sido bastante usado para designar a diversos grupos en diferentes momentos históricos. El término tiene su origen desde la colonización de Venezuela por parte de los españoles, en donde la sociedad colonial de esta época definía a los españoles peninsulares como godos a manera de burla, haciendo referencia al pueblo visigodo que dominó la península Ibérica para su momento histórico.
Seguidamente el término sufrió transformaciones durante la guerra de independencia para llamar a los realistas bajo este término e inclusive en la época de las conspiraciones, Francisco de Miranda, precursor de la independencia, utilizó este término para dirigirse a la corona española como la Monarquía Goda.
Posterior a la independencia y los desordenes que vivía la Venezuela del siglo XIX con el período caudillista y la guerra federal, el término se aplicó a los conservadores partidarios de un sistema centralistas por parte del grupo liberal que defendía el federalismo, pasando a ser muy usado el nombre de godo a los partidarios conservadores de José Antonio Páez en este mismo contexto y hasta el correo del Orinoco estableció la incógnita de ¿Godos o Realistas?
Godo: En la historia universal el gentilicio conocido como godo, se aplica a todas aquellas personas pertenecientes a una civilización germánica llamada por los romanos como pueblos bárbaros, procedentes de Suecia y que tras cruzar el Báltico se instalaron en la cuenca de Vístula hasta llegar al bajo Danubio en torno al Mar Negro. Este pueblo asoló los Balcanes, saqueó Atenas e invadió la península itálica, por lo cual mantuvo conflictos con el Imperio Romano.
Tras la invasión de los hunos en 370 este pueblo se separó en dos facciones, los visigodos y los ostrogodos, los primeros se aliaron con el imperio romano, pero tras la muerte del emperador romano Teodosio saquearon Roma y eligieron como rey a Alarico. Se establecieron en Hispania y la Galia, pero esta última les fue arrebata por otro pueblo germánico, el de los francos y en 711 los visigodos fueron conquistados por los musulmanes.
Por su lado los ostrogodos fueron sometidos por los hunos y se aliaron con estos contra Roma, tras la derrota en la batalla de los campos cataláunicos y la retirada de los Hunos, los ostrogodos tomaron la península italiana pero fueron derrotados por el emperador bizantino Justiniano y su general Belisario, terminando por ser absorbidos por otros pueblos germánicos como los alanos, burgundios, francos y vándalos.
Godo: En la Historia de Venezuela el término godo también ha sido bastante usado para designar a diversos grupos en diferentes momentos históricos. El término tiene su origen desde la colonización de Venezuela por parte de los españoles, en donde la sociedad colonial de esta época definía a los españoles peninsulares como godos a manera de burla, haciendo referencia al pueblo visigodo que dominó la península Ibérica para su momento histórico.
Seguidamente el término sufrió transformaciones durante la guerra de independencia para llamar a los realistas bajo este término e inclusive en la época de las conspiraciones, Francisco de Miranda, precursor de la independencia, utilizó este término para dirigirse a la corona española como la Monarquía Goda.
Posterior a la independencia y los desordenes que vivía la Venezuela del siglo XIX con el período caudillista y la guerra federal, el término se aplicó a los conservadores partidarios de un sistema centralistas por parte del grupo liberal que defendía el federalismo, pasando a ser muy usado el nombre de godo a los partidarios conservadores de José Antonio Páez en este mismo contexto y hasta el correo del Orinoco estableció la incógnita de ¿Godos o Realistas?
lunes, 16 de agosto de 2010
El Sacro Imperio Romano Germánico y el Renacimiento de Italia
Tras la desintegración del imperio carolingio, los sajones se convirtieron en los más poderosos príncipes de Germania. En 918 Conrado I, rey de Germania le transmitió sus poderes al duque de Sajonia, Enrique, que fue coronado rey en 919.
En los primeros años de su reinado obtuvo la sumisión de los duques y consolidó las provincias orientales al derrotar a eslavos y húngaros. A su muerte en 936, los grandes de Germania eligieron a su hijo Otón como rey, naciendo así una dinastía Sajonia.
En su reinado Otón en 937 puso bajo su mando al ducado de Borgoña y el reino de Italia. En 951 rescato a la viuda del rey Lotario II, Adelaida, que se encontraba presa en Italia por Berengario II y se cazó con ella para hacerse coronar rey de Italia. En 953 su hermano Enrique y otros duques se levantan en su contra, pero consigue la victoria y su autoridad es reconocida en todo el reino, cuyo poder se baso en el episcopado, al incorporar a obispos en importantes cargos políticos.
En 955 alcanzó la cima de su prestigio con la victoria en la batalla de Lechfeld, derrotando a los húngaros. En 961 el papa Juan XII le pide ayuda en contra de Berengario, para ser coronado en Roma en 962 y prohibió a los romanos elegir papa sin su consentimiento. A continuación logró la conversión del príncipe polaco y la evangelización de los húngaros. En 970 se acuñaron monedas de plata y Otón establece una alianza con el rey de Bizancio al casar su hijo con la princesa Teófano.
En 973 muere Otón el grande como el emperador más poderoso de Europa, con un reino que abarcaba Germania e Italia. A continuación su hijo Otón II muere brutalmente asesinado por los musulmanes en 983, mientras dos emperatrices Adelaida y Teófano continuarían el imperio con el joven Otón III de tres años.
En 966 Otón III es coronado emperador y nombra a su preceptor como papa bajo el nombre de Silvestre II. Esta decisión chocó con los intereses de los italianos que lo exilian en 1001, hasta su brutal muerte en 1002.
A pesar de estos acontecimientos durante la dinastía Sajonia se acrecentaron la arquitectura, la escultura y la ilustración de manuscritos, los emperadores se rodearon de hombres de letras y estas artes proliferaron y aunque la falta de vías de comunicación era negativa para el imperio entre los siglos X y XI se vivió un auge del comercio con la fundación de ferias y mercados en los que se intercambiaban sal, armas y joyas por esclavos, cera y caballos, mientras las comunidades judías, los artesanos y los comerciantes extranjeros eran protegidos. Finalmente tras el reinado de Enrique de Baviera, se cimenta la dinastía salía o de franconia con el reinado de Conrado, duque de Franconia y nieto de Otón el Grande.
Posteriormente en el sur de Italia se encontraba la participación de apreciados mercenarios normandos en una lucha ente los musulmanes de Sicilia, Bizancio y los estados lombardos, encontrados también en España durante la Reconquista y en Constantinopla en combates contra los turcos.
Sicilia por su parte, se enfrentaba al rey de Germania y de Italia, mientras los normandos le prestaban sus servicios. Entre 1016 y 1018 combatieron a favor del papa y de los lombardos en contra de Bizancio, pero la revuelta fue aplastada y aún así por el valor de los normandos, el duque de Nápoles le otorgo a Renouf el condado de Aversa, constituyéndose el primer principado normando en Italia.
A continuación de Renouf, vinieron Guillermo Brazo de Hierro y sus hermanos, hijos de Tancredo de Hauteville y además de Aversa se fundaron una docena de principados Normandos por los hermanos Hauteville entre 1038 y 1040. Los príncipes lombardos y el papa León IX, asustados por el poder normando, hicieron un llamado al emperador germánico y los enfrentaron en 1052, pero en 1054 los Normandos obtuvieron la victoria y apresaron al papa.
En este contexto se encontraba el cisma de la Iglesia que separó a las cristiandades bizantina y latina, acompañado con las querellas de la investidura que enfrentaba al Sacro imperio romano germánico con el papado por designar a quién tenía el poder de nombrar a los obispos. Los Normandos aprovecharon esta situación y el papa Nicolás II se alió con los más poderosos, Ricardo de Aversa y Roberto Guiscardo, quienes recibieron los ducados de Capua y de Apulia en 1059.
A continuación, Roger el más joven de los Hauteville conquistó la Sicilia musulmana tras 30 años de guerra ente 1060 y 1091, mientras Guiscardo se apoderó de Bari y Brindisi, en 1071, últimos territorios bizantinos en Italia y para 1076 tomó el principado de Salerno, último de los estados lombardos.
Ante las conquistas de Guiscardo el papado se sintió amenazado y los excomulgan, pero el papa Gregorio VII, establecería una alianza con los normandos en 1080 y cuando el emperador Enrique IV se hizo coronar en Roma y depuso a Gregorio por un antipapa, en 1084 Guiscardo reconquistó y saqueó la ciudad.
Tras la derrota de Bizancio en 1071 en la batalla de Mantzikert frente a los turcos, le hizo ver a Guiscardo que era el momento para controlar Constantinopla, por lo que mando a su hijo Bohemundo a Epiro, para la conquista de Bizancio. Al principio, los normandos salieron victoriosos en Macedonia y Tesalia, mientras la flota de Venecia, aliada de Bizancio impedía el paso de los normandos, por lo que la destruyeron en 1084.
En 1085 con la muerte de Guiscardo el poder de los normandos se tambaleó y su hijo no pudo llegar a Bizancio y si bien había logrado fundar un principado en Antioquía para 1109, este fue perdido en 1125, mientras el escudo veneciano continuaría sirviendo de defensa para los bizantinos.
Por su lado en Sicilia, Roger II, hijo de Roger de Hauteville, tomo Apulia, dominio sobre Sicilia y el sur de Italia, tras 10 años de campañas de extrema violencia, obligando al papa a otorgarle el título de rey de Sicilia, Capua y Apulia y desde 1148 Roger II controló desde la costa africana de Túnez hasta Trípoli.
El reinado normando de Sicilia fue bastante exitoso y durante el mandato de Roger II se desarrolló una brillante civilización en que la convivían cristianos griegos y latinos, judíos y musulmanes, la vida intelectual mejoró y Occidente recibió las obras de la antigüedad griega, así como los escritos de médicos y astrónomos árabes. Pero el comportamiento oriental y árabe de los condes y reyes de Sicilia hicieron muchas veces que el pueblo y los señores feudales se levantaran en su contra, pero un así esta región del Mediterráneo vivió su edad de oro y tras la muerte de Roger II en 1154, sus sucesores no supieron conservar su imperio.
El reino normando se debilitó mediante el juego de sucesiones y alianzas, hasta que cayo en manos de Enrique VI de Hohenstaufen en 1194, convirtiéndose en una de las principales bases del poder imperial germánico hasta 1268.
A continuación Federico II, nieto de Federico Barbarroja sucedió a su padre Enrique de Hohenstaufen, en el trono de Sicilia por su madre Constanza. El joven rey tomó el poder en 1208 y sus dominios abarcaban las islas del Mediterráneo y el sur de Italia, mientras el norte de Italia estaba en manos del Sacro Imperio, donde reinaba Felipe de Suabia y en el centro dominado por los estados pontificios.
El papa Inocencio III había velado por la educación de Federico, quien obedecía al papa y tras el asesinato de Felipe de Suabia, Otón IV, traicionando al papado, se había dispuesto a tomar la península italiana. Inocencio pidió ayuda a Federico que se encontraba aliado con Felipe Augusto, rey de Francia y los genoveses. En 1211 con el apoyo de una serie de príncipes Federico II logró entrar en Frankfurt en donde se proclamó emperador.
Con la muerte de Otón y de Inocencio en 1216, pudo aspirar a sus ambiciones políticas y en 1220 se hizo coronar emperador en Roma, conservando el reino de Sicilia. Desde este momento Federico se convirtió en emperador de Alemania, pero se mantenía ligado a Sicilia. A continuación se casó con Constanza de Aragón asegurando la centralización del poder, que sus antepasados los normandos no lograron.
Federico pretendió ser un verdadero heredero de los emperadores romanos en Sicilia, impuso el derecho romano, hizo destruir los castillos de los nobles, frente a los que se volvió hostil, reorganizó la Iglesia, puso fin a los levantamientos musulmanes en Sicilia, abolió las concesiones comerciales de pisanos y genoveses, estableciendo un estricto sistema aduanero que le procuró importantes ingresos fiscales y fundó una universidad en Nápoles, asegurándose la formación de miembros dirigentes en un estado renovado, mientras en Palermo se reunía con sabios árabes, judíos y cristianos, con los que discutió sobre ciencias, además de participar en la composición de poemas.
Durante su mandato prevaleció su presencia y actividad sobre Sicilia que en Alemania, a la cuál dejó a su hijo Enrique, apoyado y educado por el arzobispo de Colonia, mientras se dedicó a dotar territorios a príncipes eclesiásticos y laicos, sin debilitar el dominio imperial sobre Alemania, que terminó por desmantelarse en los variados principados. Por otro lado, convirtió a los caballeros teutónicos, dirigidos por el gran maestre Hermann de Salza en sus agentes preferidos, quienes les permitieron conquistar Prusia que todavía era un estado pagano.
Seguidamente Federico tenía la idea de la creación de un imperio universal, por lo que se gano contrarios en las comunas güelfas apoyadas por el papado, mientras las comunas gibelinas eran fieles al emperador. En esta situación decide emprender la cruzada para tomar Jerusalén que había caído en manos musulmanas desde 1187.
Federico se vuelve cruzado en 1215 y hacia 1225 no había partido, aprovechándose para casarse con Yolanda de Brienne, heredera del reino de Jerusalén, tomando el título de rey. En 1227 reúne a los cruzados en el sur de Italia, pero una peste diezma el ejército y desiste de partir, mientras el papa Gregorio XI, ya exasperado, lo excomulga ante sus pretextos desde hace 15 años.
A pesar de su excomunión ya Federico había partido en 1228 y se entrevista con el sultán de Egipto al-Kamil. Ahora no solo estaba excomulgado sino aliado con un príncipe musulmán, pero gracias a ello consigue devolver a los cristianos Jerusalén y los Santos Lugares, pero los italianos indignados con Federico deciden apoyar al papa.
Ante esta situación Federico tenía la necesidad de imponer su autoridad, en 1230 firma con el papa la paz de Ceprano, pero en 1235 tuvo que aplastar una revuelta en Sicilia fomentada por su hijo Enrique. Seguidamente Federico invade los estados pontificios y es excomulgado nuevamente en 1239, sufriendo dos severas derrotas, su deposición en 1245 por el papa Inocencio IV y una revuelta en Parma que terminó en desastre para el ejército imperial en 1248.
En 1250 muere el emperador sin haber cedido en el poder, no dejo nada tras de sí, mientras Alemania se perdía la autoridad imperial y Sicilia pasaba en manos de la casa de los Anjou.
Posteriormente el enfrentamiento entre los güelfos partidarios del papa y los gibelinos del emperador continúo. En el siglo XIV, el papa renunció a vivir en Roma y se instaló en Aviñón, mientras el emperador germánico decidió no intervenir en Italia desde 1310. El alejamiento entre papa y emperador causó un vacío político en Italia, a la vez que güelfos y gibelinos se sumían en luchas internas, el período conocido como el Trecento había empezado.
En este contexto las alianzas se hacían y deshacían, mientras emergieron potencias como Nápoles, gobernaba por los descendientes de Carlos de Anjou, Sicilia que desde 1248 estaba gobernada por una dinastía aragonesa, supuestamente heredera de Federico II. Florencia la güelfa que se oponía la gibelina Milán, dirigida por los Visconti y a su vez Venecia y Génova, que se sumían en luchas por el control del Mediterráneo, además de los mercenarios condotieros que ofrecían sus servicios en las disputas italianas.
A pesar de esta situación de luchas políticas, nada impidió el desarrollo del renacimiento italiano, en donde cada ciudad empezó a rivalizar por el brillo de su producción literaria y artística, mientras los príncipes, comunas e iglesias contrataban a hombres de letras para fomentar su propaganda política.
En esta situación destacaron hombres como Dante en Florencia, quién se esforzó por convertir el dialecto florentino en una lengua literaria que se convertiría en el italiano. Tras convertir el florentino en una lengua noble, aparecieron hombres como Petrarca y Boccaccio, el primero elaboró sus obras en italiano y encontró las cartas de Cicerón, que permitieron revelar como era el comportamiento de los romanos antiguos. Por su lado Boccaccio continuó la obra de Petrarca y se destacó por su famosa obra, el Decamerón.
En este ámbito nació el Humanismo, que transformó la vida cultural en Italia y además de las reconocidas universidades de Bolonia, Padua y Nápoles, en el siglo XIV surgieron muchas otras universidades, que permitieron el desarrollo del renacimiento intelectual italiano.
Así como en los centros de poder italiano se atraían a hombres de letras, también destacaron personajes en el arte y particularmente los pintores. La pintura considerada como un mero oficio artesanal, se convirtió en una verdadera red de mercado y destacó principalmente un pintor conocido como Giotto, exaltado por Dante en la Divina Comedia.
Giotto convirtió el arte en realismo, que superaban al hieratismo bizantino, al simbolismo romano y al arte gótico. Esta renovación también fue fruto del desarrollo económico en Italia, principalmente de Génova y Venecia que establecieron un monopolio comercial con oriente. Dominaban las rutas marítimas y tenían factorías en tierras islámicas y en Bizancio.
Aparecieron centros artesanales como Lucca y Florencia en el ramo textil, así como en las armas y la metalurgia, destacando a Milán, mientras los banqueros lombardos, gracias al dominio de las técnicas comerciales controlaban las ferias de Champaña y el comercio con Brujas, además de asesorar en el ámbito financiero al papa y a los reyes de Francia e Inglaterra. Italia se había convertido no solo en la madre de las artes sino también de la economía moderna en Europa.
A continuación el poder de Italia quedó controlado por diversas ciudades estado tales como Milán poseedora de un sólido ejército y de una próspera economía, Venecia que había ensanchado sus dominios en tierra firme y había consolidado un imperio marítimo, los estados pontificios cuya estructura era débil por las divisiones entre las facciones que lo conformaban, Nápoles que desde 1433 estaban en manos de Alfonso de Aragón, mientras se iba consolidando poco a poco y finalmente Florencia, cuna de las artes y diezmada por la peste negra cuyo poder se debía a su fortuna, a los negocios y las finanzas y a mediados del siglo XV ya contaba con 50 casas comerciales y controlaba el comercio internacional.
Milán controlaba Pavía, Parma y Piacenza, pero las dos últimas pasarían a manos del papa, Venecia dominó Padua, Verona, Vicenza, Udine, Bérgamo y Chipre, mientras Florencia adquirió Pisa y Livorno y en 1454 se estableció la paz de Lordi que permitió un equilibrio entre las cinco potencias, Milán, Venecia, Florencia, Nápoles y los Estados pontificios.
Parte del éxito de Florencia se evidenció con la ascensión de los Médicis. Su fundador Juan de Médicis, reconocido banquero de Roma, llegó a Florencia en 1397 y en 1421 se convirtió en magistrado supremo de la ciudad.
Seguidamente su hijo Cosme, reforzó el poder de la compañía de los Médicis y su crédito político, que granjeó el apoyo del pueblo, pero las grandes familias dirigentes lo exiliaron por miedo en 1433. Cosme se instaló en Venecia, en donde impulsó el papel internacional de la compañía y en 1434 fue llamado a Florencia por la señoría convirtiéndose en soberano de la ciudad.
El señorío de la ciudad se ejercía cada 6 años, pero para no chocar con los intereses de la democracia, Cosme consiguió colocar hombres de confianza para asegurarse la dirección de Florencia mientras era él quien tomaba las decisiones.
El poder de la compañía de los Médicis descansó en sus fábricas de tejidos de seda y en su venta de productos variados como aceite, especias y pieles, además de un monopolio comercial del alumbre, esencial para las tinturas. Los Médicis también controlaban los bancos en Italia y en el resto de Europa, en ciudades como Aviñón, Ginebra, Lyon, Brujas y Londres.
Supieron ganarse el apoyo del pueblo gracias a un generoso mecenazgo y a mantener oculta su posición en el poder, además de apoyar en la reconstrucción de iglesias y en la dotación de bibliotecas, mientras los humanistas participaban en la vida política y en el auge de la ciudad.
Cosme muere en 1464 y le sucede su hijo Pedro que muere en 1469. A continuación su hijo Lorenzo toma el poder y tras una conjura de la rica familia de los Pazzi y del papa para asesinarle, esta falla, pero su hermano Juliano muere asesinado. La respuesta de Lorenzo fue contundente y establece un absolutismo en Florencia.
Mediante un matrimonio de su hija mantuvo el dominio sobre la familia del papa, pero los negocios de la banca familiar empezaron a evidenciar cuantiosas perdidas y entre 1477 y 1479 cerraron algunas filiales, el conflicto del papa causo una importante perdida en el mercado de alumbre, mientras Lorenzo gastaba cada vez más en sus fiestas de Florencia.
Durante el período que estuvieron los Médicis, Florencia se convirtió en el centro de las artes liberales, la gramática, la poesía, la elocuencia, la pintura, la escultura, la arquitectura y la música. Los humanistas, en tiempos de Lorenzo, renunciaron a la política y se dedicaron a la poesía, a la filosofía y a las artes que exaltaban la belleza.
Aparecieron centros de vida cultural como la Academia de Careggi, en la que estudiaban poetas, juristas y filósofos, así como cualquier hombre cultivado en el saber, quienes estudiaban a Platón y los evangelios. Durante este período destacaron hombres en la música y la pintura, destacando a Fra Angélico, Piero della Francesca, Leonardo da Vinci, que después de estudiar con Verrocchio se desplazó a Milán y Botticelli, famoso en Florencia por obras como La primavera y el nacimiento de Venus, cuyo arte fino, delicado e irreal rompía con las preocupaciones artísticas de la época concentradas en el paisaje.
En 1492 muere Lorenzo de Médicis, el Magnifico, su hijo Pedro toma el poder en 1494, este pide ayuda a Carlos VIII, rey de Francia, situación que causó el levantamiento de ciudadanos armados, que lo obligaron a huir, estos proclamaron la República pero en 1512 los Médicis volverían a tomar el poder con el apoyo del papa León X.
En Italia había nacido una nueva época en la Edad Moderna desde la muerte de Lorenzo, mientras Alemania quedaría separada con el ya desaparecido Sacro Imperio, en este contexto Italia se convirtió en el centro del Renacimiento de las artes y del inicio de las doctrinas Humanistas, esenciales para el desarrollo de la Edad Moderna.
domingo, 15 de agosto de 2010
Feudalismo y Avances en la Edad Media
El Feudalismo constituyo el régimen político, económico y social que predominó en Europa Occidental entre los siglos IX y XV, el cuál se baso en la posesión de la tierra como principal fuente de producción económica y en la relación entre señor y vasallo, en donde el primero, generalmente bajo las órdenes de un rey, otorgaba tierras a campesinos, que a cambio de sus servicios, bien sea de trabajo o con fines militares, laboraban la tierra para su subsistencia y pagaban impuestos a su señor por el terreno dado.
Esta relación de vasallaje se daba mediante el contrato feudal, el cual consistía en una especie de juramento que el vasallo daba a su señor, al reconocerlo como su dueño, a cambió de su protección, además del dote de tierras por parte de este, mientras el vasallo se comprometía a trabajar la tierra a favor del feudo.
Por su lado el feudo constituye una extensión de tierra controlada por un rey y administrada por algún señor feudal, que era dividida para el trabajo de los vasallos, cuyo centro político lo constituía el castillo como residencia del señor feudal o del rey, y que a su vez era protegido por los caballeros, mediante una relación de vasallaje de carácter militar.
Los orígenes de este sistema parte de la caída del Imperio Romano de Occidente, que lego el colonato como sistema de primacía forzosa y hereditaria del campesino en su tierra, la inseguridad ante las invasiones bárbaras, que causaron la concentración de sus campesinos en tierras protegidas militarmente para su supervivencia y el debilitamiento del poder real del reino Franco de Carlomagno, que dividió su reino, cuyos herederos lo administraron en feudos, característico de un sistema latifundista.
La sociedad feudal se constituyó en base a tres clases, los nobles, el clero y los campesinos. Los nobles tenían como cabeza al rey y bajo este, los señores feudales y los grandes vasallos, divididos en condes, duques y marqueses, continuados por los vasallos menores, encontrados en los caballeros que administraban la protección militar del feudo.
Por su lado el clero se constituyó principalmente por representantes de la Iglesia católica, que consolidó su dominio en Europa Occidental y finalmente los campesinos divididos en villanos o habitantes que cultivaban sus propias tierras o las de los señores feudales y los siervos, que solo trabajaban en la tierra de los señores feudales, no tenían libertad y podían ser vendidos en las tierras de su señor.
La sociedad Europea vivió un momento de importante transición con la llegada del año mil, el cuál fue causante de una serie de temores y principalmente el del fin del mundo, el año mil paso sin ninguna desgracia, pero las personas trasladaron su miedo al año 1033, fecha en la que se cumpliría el milenario de la resurrección de Cristo.
A pesar de estas supersticiosas creencias, entre los 980 y 1030 ocurrieron desgracias que potenciaron la creencia del fin del mundo. Lluvias que causaron inundaciones, plagas de langosta y hambrunas que llegaron hasta la antropofagia. Las enfermedades diezmaron a la población y se vio el paso de cometas y eclipses de sol, que aumentaron la superstición, acompañado con acontecimientos como el intento de destrucción del Santo Sepulcro de Cristo por el califa al-Hakam.
A pesar de esto ni el año mil ni 1033, trajeron el fin del mundo, los miedos se fueron conteniendo y la población sufriría una importante expansión entre los siglos XI Y XIII. Entre los años 1000 y 1300 la agricultura evidenció un gran avance, las tierras se hicieron más cultivables con el aumento de la temperatura y las roturaciones hicieron su aparición.
Con la llegada del sistema feudal, se crearon equipos de colonos roturadores, mientras aparecían el arado y el molino de agua, acompañados con la difusión del hierro, que permitieron la diversificación de la producción de los campesinos y potenciaron los cultivos, que se hicieron más aptos para el comercio, a pesar de ello la ganadería seguía en un período de atraso, ya que los animales se dejaban sueltos en las tierras.
Los avances técnicos permitieron que el crecimiento demográfico fuese considerable, mientras el 90% de la población vivía de la tierra y eran campesinos bajo el mando de un señor, el dominio señorial se acrecentó y los campesinos quedaron sometidos bajo su control.
El crecimiento demográfico y económico, también fue participe a principios del siglo XI de un renacimiento urbano y el apogeo de nuevas aglomeraciones humanas, conocidos como burgueses, quienes se concentraron en ciudades conocidas como burgos y se dedicaban a las actividades mercantiles, mediante los excedentes de la producción agrícola y artesanales, para satisfacer otras necesidades, buscando la libertad de su señor para poder ejercer sus profesiones.
Por otro lado el pueblo se asentó al margen, en diversas porciones de tierra, que constituyeron la vida del campesino, mientras la población se concentraba en el castillo, la iglesia rodeada por el cementerio, la plaza pública, el molino, el lavandero o la herrería, cada pueblo se identificaba con una parroquia y el incremento de la fe católica fue participe del surgimiento de santos patronos.
El debilitamiento de la autoridad real y el acaparamiento del poder por parte de los señores feudales también fue participe de enfrentamientos entre feudos, conocidos como anarquía feudal, en donde los caballeros constituían la fuerza principal para la victoria, esta situación hizo que la Iglesia interviniera garantizando la protección de clérigos, mujeres, mercaderes y peregrinos desarmados, además de intervenir en la investidura de los caballeros, al considerar que su espada no podía ser usada contra los cristianos, mientras la violencia de combate de estos, fue desviadas a empresas de beneficio religioso como las cruzadas.
La sociedad se definió como la unión de tres órdenes necesitados unos de otros, los trabajadores encargados de la función alimenticia, los combatientes encargados de la defensa y los clérigos que rezaban por la salvación de los seres humanos. De igual forma durante el siglo XI en el seno de la Iglesia, aparecieron las herejías, estas fueron condenadas con la hoguera, la primera de ellas en Orleans hacia 1022, mientras las reformas separaban las funciones de clérigos y laicos, a los primeros les quedaba el celibato y a los segundos el matrimonio.
Estas separaciones permitieron el surgimiento de leyes cristianas y el poder del papado se acrecentó como institución capaz de juzgar a todos los cristianos, incluidos los emperadores, convirtiéndose en una verdadera monarquía pontificia. El siglo XI tras el temor del año mil, se convirtió en un siglo de movimientos, de innovación, con desordenes y violencia, pero también de iniciativas y progresos, necesarios para el desarrollo del hombre medieval.
A fines del siglo XI, los excedentes de la producción agrícola como consecuencia de la revolución feudal, la circulación de la moneda y el desarrollo de la industria textil, permitieron el surgimiento de ciudades separadas a las abadías y castillos, conocidas como burgos, en la que se asentaron poblaciones de comerciantes y artesanos, que fueron atraídos mediante privilegios por parte de los señores feudales a cambio de sus servicios , encontrando el surgimiento de los mercados y las ferias, que permitían el intercambio comercial.
El movimiento afectó a Europa y surgieron tres tipos de ciudades, las dedicadas al comercio internacional como Venecia, las del comercio artesanal como Milán y las capitales como París, cuya población llegaba hasta los 200.000 habitantes a fines del siglo XIII. El Feudalismo había permitido el surgimiento de las grandes ciudades, pero estas carecían de un modelo político, por lo que comerciantes, artesanos y empresarios, las organizaron en municipios, que designaban a magistrados, que inclusive suponían un poder frente a los señores feudales, que acarreó consecuencias políticas.
La Europa Medieval se organizó en redes de intercambio comercial en el Mediterráneo, el Báltico y las ferias de Champaña. Venecia y Génova, destacaron en el comercio marítimo entre oriente y occidente. La primera tenía buenas relaciones con el Imperio Bizantino e inclusive con China, de las que obtenían sedas, especias, mercancías preciosas y alumbre para teñir el paño, mientras que exportaban madera, metales y paños.
Las ciudades alemanas controlaban los intercambios comerciales del Báltico y obtenían de Europa del Norte, pieles, ámbar, pez y arenques, mientras importaban paños de Flandes. El paño flamenco, era el producto rey europeo y Flandes era el punto de contacto entre el comercio del mediterráneo y del báltico, pero por un tiempo el centro de esta actividad se mantuvo en la feria de Champaña, en la que banqueros italianos favorecían con importantes créditos, pero como consecuencia de la guerra entre Francia e Inglaterra, Brujas se convertiría en el eje del comercio europeo.
En un principio la educación estaba reservada a los clérigos, que estudiaban los textos sagrados, y los jóvenes aprendían teología, con el objetivo de formarlos para los más altos cargos eclesiásticos. En el siglo XI con el surgimiento de la vida urbana, surgieron escuelas que dependían de las grandes catedrales, en ella los alumnos aprendía siete disciplinas, conocidas como artes liberales, gramática, retórica, dialéctica, música, geometría y astronomía.
Si bien, estas escuelas catedralicias se basaban en las enseñanzas de la Biblia, también estudiaban los “textos profanos”, que hablaban del derecho romano o los textos de Hipócrates, que permitió el surgimiento de la medicina científica. Esta situación causó un descontrol en la Iglesia, ante las libertades de los maestros que estudiaban las ideas de Aristóteles o Avicena, que podían desviarse del sentir católico, por lo que a partir de 1150, para poder ejercer la profesión de maestro era necesario obtener una licencia del canciller de la catedral.
Por otro lado, el sentimiento de libertad de maestros y estudiantes de la Iglesia, hicieron que se organizasen bajo la autoridad eclesiástica para dar origen a la universidad, en la que se enseñaban disciplinas no religiosas, como el derecho y la medicina. Universidades como la de París se volvieron sumamente famosas, y en ella se daban los títulos de bachiller, licenciado y maestro o profesor, bajo la autoridad directa del papa de Roma.
Las universidades fueron proliferaron por todo Europa, algunas como la de Montpellier, se destacaron en la medicina con el desarrollo de la Anatomía y otras como la de Padua y Orleans se destacaron en Derecho y en el ámbito jurídico, pero la Iglesia se volvió contraria y en París fue condenada la enseñanza del derecho romano.
Las facultades de derecho y medicina abrieron paso a nuevas carreras, pero la de arte y teología se sumieron en conflictos entre la doctrina cristiana y la filosofía antigua, con el racionalismo y el naturalismo de Aristóteles, estas fueron condenadas por la Iglesia e incluso el trabajo de Tomás de Aquino, su Suma teológica, que predicaba la armonía entre la fe y la razón fue condenada, al igual que los trabajos de los universitarios, llenos de gran complejidad en problemas de lógica formal y así la vida intelectual se sumiría en un período de atraso hasta el siglo XV con el Renacimiento humanístico.
A fines del siglo XIII como consecuencia del progreso económico suscitado en Europa, el crecimiento demográfico superó el limite y las ciudades se encontraron saturadas de ciudadanos, mientras las tierras, hasta las más frías y pobres quedaron cultivadas y ocupadas, solo en Italia y España sobraban tierras por trabajar.
En este contexto, a partir de 1315 ocurrieron una serie de hambrunas, que afectaron hasta las grandes ciudades, disminuyendo su población, como resultado de una serie de malas cosechas, que hizo que aumentasen los precios, mientras la disminución de los salarios, acarreó la falta de trabajo.
A esta situación se le sumó un problema más grave, la Guerra de los Cien Años, que enfrentaba a Francia e Inglaterra iniciada en 1337, que trajo graves consecuencias en Europa, al impuesto feudal, se sumo el nacional para financiar la guerra, mientras los campos quedaban devastados por las acciones militares, situación que se fue extendiendo con las alianzas con Escocia, Países Bajos, España, entre otros, al conflicto bélico.
Las ferias de Champaña entraron en un período de decadencia con la guerra, mientras las bancas florentinas quebraron hacia 1346 y a todo ello se le sumo un nuevo mal, la peste negra que diezmó a pueblos enteros. Esta situación causó la brutal desaparición del exceso demográfico en tiempos anteriores, mientras la escases de mano de obra causó el aumento de los salarios.
Los campesinos rechazaban las condiciones de los señores, si estos no bajaban sus rentas y abandonaban las tierras malas. A su vez, los campesinos más ricos producían para el mercado vino, leguminosas y plantas tintóreas, acompañado con el desarrollo de la ganadería, que aumentó la producción de la carne y ahora los campesinos se alimentaban de carne y vino como nunca sus antecesores lo habían hecho.
La sociedad campesina se diversificó y se transformo, poniendo en duda el régimen feudal y en toda Europa se dieron levantamientos contra los grandes señores. La de los Karls en Flandes, entre 1323 y 1328, los Jacques en Francia en 1358 y los tyleristas ingleses de Kent y Essex en 1381. La sociedad rural se movilizó y se enfrentaron en duros combates contra la nobleza militar, acompañados con matanzas de mujeres y niños y la destrucción de castillos.
Pero tanto los Karls flamencos, los Jacques franceses y los tyleristas ingleses fueron derrotados con duras represiones, que dieron fe de la inestabilidad rural vivida en Europa por aquellos días. En las ciudades el cambio también fue violento, el aumento de salario cambió las condiciones de los artesanos, que establecieron un proteccionismo a su producción y entraron en enfrentamientos entre sí.
A pesar de esto, en los países donde la industria había sido débil se fortaleció, así encontramos a los paños ingleses, cuyas técnicas modernas compitieron con el paño flamenco. Otros sectores lograron el progreso tecnológico, como el vidrio y las distintas metalurgias, gracias al desarrollo del alto horno, mientras el sector textil se desarrolló con el torno y el batán. Las técnicas de construcción naval progresaron y se construyeron hacia 1300 embarcaciones como las galeras, que mantenían comunicada a Italia con el noreste de Europa, mientras los grandes cargueros vascos y catalanes, surcaban el Atlántico hasta las Azores y las Canarias.
La irrupción de la muerte traída por la epidemia y la guerra, acompañado con los cambios bruscos, atrajo nuevas mentalidades y miedos, como la rueda de la fortuna que alguna vez te da todo y otras te la quita y la imagen de la muerte con su guadaña, como símbolo de los miedos irracionales que se apoderaron de los hombres de estos tiempos, ante los horrores de la guerra que desequilibraron los esquemas mentales.
De la misma forma surgieron ideas que se enfrentaron a estos miedos, como las órdenes de caballería que enfrentaban los males, mientras la burguesía fundaba hospitales y la sociedad se unía en torno a la oración. Las obras de caballería tuvieron gran difusión, mientras todo presagiaba al humanismo italiano y al cambio de pensamiento en la Reforma.
La segunda mitad del siglo XV fue un período de paz y de recuperación económica, acompañado con el progreso de la técnica y el desarrollo industrial, las cuales perfeccionaron todo tipo de máquinas que aligeraron el trabajo humano y transformaron su forma de vida. Entre estos inventos encontramos la imprenta de Gutenberg, el torno de aspas, el arcabuz, los lentes, el juego delantero de los carruajes, el reloj y el alto horno.
A fines de la Edad Media, el legado de la técnica permitió el desarrollo de muchos avances técnicos, indispensables en la Edad moderna. Se realizaron avances en aritmética, algebra, trigonometría y astronomía. Nicolás de Cusa, crítico el modo de concebir un mundo finito por parte de Aristóteles y propuso la noción del universo ilimitado, al abandonar el geocentrismo que consideraba que el Sol, los planetas y las estrellas giraban en torno a la Tierra, abriéndoles el camino a Copérnico y Galileo.
El pensamiento técnico surgió en Alemania e Italia a principios del siglo XV, centrándose en el arte de la guerra y de los asedios, pero estos avances se dedicaron principalmente al desarrollo de mecanismo como el sistema biela-manivela, engranajes y bombas de agua, además de incorporar la imprenta y transformar la navegación, permitiendo un gran desarrollo en cuatro ámbitos, el textil, el metalúrgico, el de la artillería y el de la arquitectura civil y militar.
El ramo textil se desarrolló con la fabricación de tejidos de algodón y la moda de la seda. Así pues, el torno incorporó un pedal que accionaba el sistema biela-manivela y un aspa que imprimía al hilo una torsión suplementaria, consiguiendo que el tejido se obtuviera con rapidez y calidad.
La extracción de minerales se perfeccionó, gracias a las máquinas para bombear agua, que permitieron llevar a cabo extracciones a mayor profundidad y en Alemania, los altos hornos accionados por fuelles hidráulicos, permitía producir 50 toneladas de metal al año, mientras la licuación permitió la separación del cobre y la plata y la producción de hierro colado y acero, la introducción de elementos de la vida cotidiana como clavos, hojas de afeitar y cuchillos, la Europa industrial había nacido.
El armamento también sufrió transformaciones con el aumento de la producción de metal. Los cañones fundidos en bronce, se montaron sobre ruedas, provistos de una cremallera a fin de apuntar con exactitud al objetivo. En 1472 con el tratado de Valturio, se inició el desarrollo de la bomba, como una bala hueca llena de pólvora, cuyo sistema no se perfecciono hasta 1525.
A su vez la arquitectura militar evidenció cambios y las torres y murallas disminuyeron su altura, a fin de crear bases contra los proyectiles, mientras se incorporaban baterías de cañón en los bastiones. De igual forma, los ingenieros permitieron el desarrollo del urbanismo y la industria de construcción, donde se presentaron planos de ciudades ideales, máquinas elevadoras para desplazar monumentos, diques y represas.
Entre estos avances, destacaron hombres como Francesco di Giorgio, precursor de Leonardo da Vinci, quien elaboró su tratado de arquitectura civil y militar, en la que desarrolló, molinos de viento, una turbina hidráulica, armamento naval, grúas y diferentes engranajes e inclusive llego a imaginar un vehículo de cuatro ruedas directrices y motrices.
En 1482 Leonardo da Vinci, le propuso a la corte de Milán sus servicios, mediante la elaboración de una carta en la que introdujo una gran variedad de propuestas. Puentes desmontables, arietes, escalas y máquinas de guerra, un procedimiento para vaciar fosos, el modo de destruir una ciudadela elevada, diferentes modelos de morteros, máquinas para atacar en el mar, el modo de cavar subterráneos en secreto, carros cubiertos, seguros e indestructibles, bombardas y artefactos de fuego. Leonardo también propone que podía ser útil en períodos de paz por sus conocimientos de arquitectura e ingeniería, solo al final de su carta mencionaba que podía pintar cualquier cosa tan bien como cualquier otro.
A fines de la Edad Media, el crecimiento del desarrollo técnico e industrial fue necesario en todos los ámbitos de la vida, hombres como da Vinci, adelantados a su tiempo, constituyeron la base necesaria para la transformación del mundo de los próximos tiempos.
Continuara...
viernes, 13 de agosto de 2010
La Iglesia Cristiana en la Edad Media
En un inicio la vida de los monjes cristianos se basaban en el Monacato. Este sistema apareció tras el edicto de Constantino que permitió la religión cristiana en 313, se baso en la vida de eremitas que se sometían a una vida en austeridad para sustraer las tentaciones del cuerpo y en algunos lugares como Siria, el movimiento alcanzaba tal fuerza, que los eremitas pasaban parte de su vida encadenados a una roca.
Por otro lado muchos cristianos preferían la vida en comunidad sometidos a una regla y hacia el 320 el primer monasterio fue construido. El Monacato se difundiría de oriente hasta Italia y después hacia la Galia, mientras las comunidades aumentarían con la difusión de monasterios y abadías, en donde cada monasterio elaboraba su propia regla.
Por otro lado muchos cristianos preferían la vida en comunidad sometidos a una regla y hacia el 320 el primer monasterio fue construido. El Monacato se difundiría de oriente hasta Italia y después hacia la Galia, mientras las comunidades aumentarían con la difusión de monasterios y abadías, en donde cada monasterio elaboraba su propia regla.
Seguidamente un monje conocido como Benito de Nursia, cuyas reglas fueron rechazadas por sus duras exigencias para los monjes, decidió desplazarse con un grupo de discípulos a Montecassino en 529, en donde funda su propio monasterio y en 534 establece un reglamento de vida para monjes principiantes conocido como el reglamento benedictino, resultado de sus largos años de experiencia y reflexión.
Su reglamento adopta los principios de la vida en soledad del monje en una comunidad, sometido a una regla. El monje abandona todos sus bienes y debe completa obediencia al abad. Debe orar la plegaria colectiva, que marca el ritmo de vida cotidiano, trabajar para combatir la ociosidad, procurar la subsistencia de la comunidad y alimentarse de la palabra divina.
A continuación un monje irlandés, san Columbano, que denunciaba la inmoralidad de algunos obispos y reyes, fue expulsado y en Italia, fundaría en 613 la comunidad de Bobbio, en donde estableció dos reglas muy rigurosas que se complementaban con la vida cotidiana del monje.
San Benito muere hacia 547 y San Columbano en 615. En 620 se realiza la primera mención explícita de la regla benedictina y hacia 680 desaparece el monacato de San Columbano. El triunfo de la regla benedictina era inevitable y se afianzó durante el papado de Gregorio Magno, electo en 590, había sido un monje que vivió bajo las reglas de san Benito y en 596 le había confiado al monje benedictino Agustín la evangelización del reino de Kent, cuyo soberano se caso con una princesa franca, difundiendo la regla, mientras misioneros evangelizaban a los reinos anglosajones y la regla benedictina se afianzaba en Occidente.
Durante la época carolingia, los príncipes y reyes respetaron la autoridad de los obispos y abades, pero en los siglos IX y X, después de la desintegración del imperio de Carlomagno, la Iglesia entro en confusión y fue sometida a saqueos de sus propiedades, mientras la orden benedictina no resistió a las invasiones de estos bárbaros, cuyas abadías fueron saqueadas y quemadas, por lo que buscaron refugio en los señores locales, que los convirtieron en vasallos.
El régimen feudal había aparecido y muchos dignatarios religiosos se convirtieron en terratenientes gracias a un señor, adoptaron el principio de los señores feudales y participaron en las empresas militares, administraron justicia y percibieron tributos.
Pero en 910, Guillermo de Aquitania fundaría la abadía de Cluny y donaría a los monjes sus dominios, que abarcaban campos, bosques, prados, edificaciones y siervos, en donde los conversos, basados en el apogeo del reglamento benedictino, siguieron este modo de vida, mientras la biblioteca de Cluny se convertía en un lugar rico en manuscritos en los que se establecían salmos y textos sagrados.
Los monjes se dedicaron a la caridad y acogían a todos aquellos que vivían en la miseria, mientras que Guillermo procuraba que la abadía quedara fuera del alcance de toda autoridad real, señorial y episcopal, estableciendo que solo podía ser dirigida por monjes benedictinos, sujetos a la autoridad de la santa sede de Roma. En una época en la que muchos de los monjes se habían perdido ante las riquezas del sistema feudal, la abadía de Cluny se convirtió en una institución que defendía la dignidad de los clérigos.
A pesar de este pequeño avance, el sistema Feudal acarreó nuevas consecuencias en la Iglesia, la cual, cayó en manos de los laicos, en donde muchos de los hombres de fe cedieron a la tentación de los bienes materiales y ocuparon cargos eclesiásticos en función de los ingresos que aportaba. Además de comprar y vender cargos episcopales, acompañado de un pago por la administración de los sacramentos, conocido como simonía.
La calidad de las vocaciones disminuyó, muchos sacerdotes estaban casados o vivían en concubinato y algunos se quejaban de verse obligados de oficiar la misa. Mientras el papado cayó en disputas de las grandes familias, que elegían y desasían papas a su antojo, situación que acabo con la intervención del emperador Enrique II, que expulsó a los papas rivales en 1046, y a partir de este momento los emperadores eligieron a papas de mejor calidad que los anteriores, pero que aún estaban sujetos a un poder imperial.
Frente a esta situación, era necesaria una reforma en la Iglesia, en la que surgieron algunos focos, como el de Pedro Damián en 1057, que crítico las costumbres del clero y denunció la simonía, declarando la invalidez de los sacramentos. En 1059, el papa Nicolás II promulgó un decreto en el que solo los obispos de Roma tenían la potestad de elegir al papa.
La Iglesia se había liberado de la tutela imperial y por fin se podía emprender una reforma. A continuación se evidenció que para salir de la crisis, era necesario que la Iglesia escapara del control de los laicos. Reforma que propone la abadía de Cluny, con la separación de las funciones entre clérigos y laicos. A los laicos les quedaba reservado el matrimonio y a los clérigos la vida consagrada en el celibato, mediante una vida en comunidad basada en la pobreza.
En 1073 es elegido papa Gregorio VII, quien buscaba la libertad y la reforma total de la Iglesia. En 1075 promulga el decreto conocido como Dictatus papae, que prohibió recibir de manos de un laico un obispado y una abadía, además de permitir concilios que expulsaron a los obispos simoníacos. El decreto se constituyó en el principio de que el papa, como vicario de Cristo, tiene un poder absoluto y universal. El papa empuña la espada espiritual y delega la espada temporal a los príncipes laicos. Por tanto, puede someter a los príncipes a su juicio, o deponer a los emperadores si éstos se oponen a la voluntad de Dios y a los derechos de la Iglesia.
Este decreto será el causante de los enfrentamientos entre el papa Gregorio VII y el emperador germánico, Enrique IV desde 1075. Enrique IV designaría a su capellán como obispo de Milán, a lo que Gregorio lo excomulga, mientras Enrique lo depone como papa y a su vez, Gregorio lo depone como emperador.
Los príncipes alemanes abandonan al rey y Enrique IV se somete como penitente en el castillo de Canossa y el papa levanta la excomunión. Enrique prosigue la lucha y Gregorio renueva la excomunión y elige emperador al nombrado por los príncipes alemanes, pero en 1080 los obispos alemanes deponen a Gregorio y eligen a Clemente III como antipapa.
Enrique IV toma Roma y Clemente III lo corona como emperador en 1084, mientras Gregorio VII se ve obligado a huir hasta su muerte en 1085. A partir de este momento estos conflictos duraran hasta 1122, cuando Enrique V y el papa Calixto III firmen el concordato de Worms, que establecerá los aspectos temporal y espiritual de la función episcopal.
En 1139, 1169 y 1215, los concilios de Letrán organizarán la vida de la Iglesia, definirán los deberes de los fieles, la práctica de los sacramentos y la normativa religiosa, mientras la Iglesia reivindicará su dominio sobre la Cristiandad, con Roma a la cabeza del mundo.
En 1555, Federico Barbarroja tratará de controlar el clero, al decir que su poder emana de Dios, pero el papa agrupado en la Liga lombarda, lo derrotarán en 1176 y este aceptara la paz de Venecia en 1177. En la lucha entre el papado y el imperio, éste saldrá perdedor, mientras la Iglesia se afianzará con el control establecido en el Dictatus pape, durante el papado de Inocencio III, entre 1198 y 1216.
A fines del siglo XII, la Iglesia volvió a entrar en un período de crisis, en un momento, en el que el crecimiento de las ciudades causaba una separación más desigual entre ricos y pobres que escandalizaba a los cristianos, mientras la necesidad de educar a los servidores de la Iglesia y del estado, permitió el surgimiento de las universidades, que hicieron reaccionar a los intelectuales en contra de una Iglesia que vivía en la opulencia y estaba de parte de los ricos y los señores feudales.
En este contexto, las herejías se acrecentaron y dos hombres se destacaron con el surgimiento de las órdenes mendicantes, Domingo de Guzmán y Francisco de Asís. Domingo, era un canónigo que usaba la palabra para convencer a las personas. En 1205 decide partir a Asia, pero el papa Inocencio III lo envía a Languedoc, para detener la herejía cátara. Domingo predica sin descanso y consigue convertir a los herejes y hacia 1217 en Toulouse, fundaría la orden de los Hermanos predicadores o dominicos.
Los miembros de la orden se trasladaron a París para completar su formación y recibieron el nombre de jacobinos, mientras otros partieron a Bolonia y la orden se desarrollo con gran rapidez.
En este contexto Francisco de Asís, acogería la vida de ermitaño dedicado al cuidado de los leprosos. En 1209 se le unen varios adeptos y recorren los campos mendigando o trabajando para el sustento, mientras Francisco se dedicaba a la predicación del amor a Dios, la pobreza, la humildad y la penitencia. Como a los laicos les estaba prohibido predicar, se entrevista con el papa Inocencio III, quien dudo al principio por el gran número de adeptos, que los hizo ver como una peligrosa herejía, pero acepta y los miembros se organizan en la orden de los hermanos menores o franciscanos.
Finalmente Francisco obtiene el apoyo del cardenal Ugolino de Conti, que le da forma a la orden franciscana y Francisco desinteresado de un papel de superior, prefirió una vida en soledad y en pobreza, hasta su muerte en 1226.
El éxito de los hermanos menores fue mayor que el los dominicos y en 1228 se construye la basílica de Asís. Mientras la orden se enfrentaba a una compleja organización, proveer la misión de los hermanos, organizar noviciados y a construir conventos para los hermanos y hermanas. De esta surgieron muchas otras órdenes mendicantes, pero entre dos dilemas, los conventuales que practicaban las enseñanzas de Francisco y los observantes, que terminaban fascinados por la pobreza, terminando en la herejía.
Los hermanos mendicantes se asentaron en las grandes ciudades de las que subsistían, se agruparon en las universidades y predicaron a través del sermón como una pedagogía de fe, mientras que este era redactado en textos de “lengua vulgar” y no en latín, adaptándose a todos los grupos sociales y ganándose el afecto de los laicos, y tras obtener la autorización de escuchar las confesiones, se convirtieron en los guías espirituales de grandes y burgueses.
El éxito de las ordenes mendicantes los enfrentarían con sacerdotes y obispos, pero su existencia fue esencial para luchar contra la herejía, la difusión de la enseñanza divina y para afianzar el conocimiento teológico de la Iglesia Cristiana en las grandes universidades medievales.
En un período de guerras el papado fue exiliado en 1309 en Aviñón, mientras estos gastaban sumas enormes para la reconquista de los estados pontificios italianos. En 1376 el regreso a Roma parecía posible, durante el papado de Gregorio XI, pero dos años después muere y se pedía la elección de un papa italiano, por lo que Urbano VI accede al pontificado.
Este se mostró hostil contra los cardenales, que eligieron como nuevo papa a Clemente VI, que decidió regresar a Aviñón, obteniendo el apoyo de Francia, iniciándose el período conocido como el gran cisma.
Europa se encontraba desgarrada por la guerra y la Iglesia quedo dividida entre los urbanistas y los clementinos y tras 15 años de conflictos bélicos, en la que no hubo victorioso, el pueblo se sumía en preocupación por la división de la Iglesia, mientras los teólogos de las universidades, proponían la elección de otro papa separado a los anteriores.
En 1409 se lleva a cabo el concilio de Pisa y Alejandro V es electo papa. La situación había empeorado, ahora eran tres los papas enfrentados y hacia 1410 sus sucesores el pisano Juan XXIII en Roma, el clementino Benedicto XIII en Aviñón y el legítimo por la Iglesia, Gregorio XII, refugiado en Nápoles.
En 1414, el emperador germánico Segismundo de Luxemburgo, convoca el concilio de Constanza, en el que fueron depuestos los tres papas y se llego a la conclusión de que el cisma fue como consecuencia de la actitud burocrática de la Iglesia, al gastar grandes sumas por el control de los estados pontificios, acompañado con su intromisión en asuntos diplomáticos en los conflictos entre las potencias europeas, que terminaron por debilitar la fe y el surgimiento de herejías, destacando a los lolardos y los husitas, que se afianzaron considerablemente en Bohemia.
Ante la grave situación, la Iglesia quiso reivindicarse y propuso un nuevo modo de gobernar la Iglesia, el papa sería el monarca junto con su consejo o cardenales, apoyados y controlados por un parlamento o concilio, que podría ejercer superioridad sobre el papa y con la elección de Martín V en 1417 se dio culminada, en teoría, el gran cisma.
Tras el decreto de Frequens y los concilios de Siena en 1423 y de Basilea en 1431, permitieron al papado reconstruir sus fuerzas y con la elección de Eugenio IV, se empezó a revisar el peligro que suponían los teólogos de las universidades y la necesidad de una alianza con los ortodoxos de oriente, ante el advenimiento turco, en el concilio de Florencia en 1439.
En Basilea se levantó un nuevo gran cisma, que eligió a Félix V papa, pero fue aplastado en 1449, como resultado del apoyo de los países de Europa a Eugenio IV, que posteriormente firmó con estos concordatos, que separarían las funciones de Iglesia y papado, mientras esta por fin obtenía su tutela separada al poder imperial.
Los estados italianos fueron reorganizados por el papado y Roma desarrollo una burocracia con el pretexto de organizar cruzadas en contra de los husitas y los turcos, mientras en Roma se darían grandes construcciones, especialmente en el Vaticano, como la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en 1450, que demostraba el dominio recuperado por el papado.
Nicolás V, papa entre 1447 y 1455 fundaría la Biblioteca vaticana, mientras Pío II, papa entre 1458 y 1464 preservaría la dignidad papal, pero sus sucesores pusieron las riquezas de la Iglesia en manos de sus familias, a quienes le dieron principados territoriales, mientras esta se rodeaba de una corte de lujo, que terminaría en el gran escándalo de la Iglesia en los albores de la Edad Moderna.
Continuara...
miércoles, 11 de agosto de 2010
La Expansión Musulmana y Las Cruzadas
En un principio la Península arábiga estaba habitada por una serie de tribus que vivían separadas entre si, y cuya vida era difícil en los desiertos, quienes durante la época de hambruna emprendían guerras entre ellos por el dominio de los territorios fértiles, mientras su religión era de carácter politeísta y las peregrinaciones a La Meca eran constantes, en torno a los 360 dioses que se veneraban.
En este contexto nace hacia el 570 Mahoma, sus padres mueren cuando era muy joven y su tío Abu Talib se encarga de él. En 595 se casa con Jadiya, pero ella muere en 619. En 611 recibiría la visita del ángel Gabriel en el monte Hira que le anunció que era el profeta de Dios, el enviado de Alá.
A partir de entonces empezó la predicación de la tercera religión monoteísta, el Islam, convirtió a sus allegados, a comerciantes y a los pobres, pero inquietó a los mecanos que emprendieron su persecución ante el temor de perder el dinero obtenido por sus creencias. El jefe del clan de Mahoma le retira su protección, y a partir de este momento, podía ser asesinado con facilidad.
En 622 seguido de 75 acólitos se refugia en la ciudad de Yatrib, a la que bautiza como Medina y se hace llamar a él y a sus súbditos como musulmanes y en el momento en que emigra de la ciudad marcaría el año 1 de la era musulmana. A continuación emprende luchas contra distintas tribus judías y entre 619 y 629 contrae 11 matrimonios que le valieron una alianza política.
Seguidamente lucha contra los mecanos, a los que derrota y entra en La Meca.
Allí sustituye la religión pagana, destruye los ídolos y transforma el lugar a favor de Alá y el Islam, mientras que las peregrinaciones se harán nuevamente en nombre de su Dios, mientras se adopta el principio de la Yihad o guerra santa contra los infieles. Entre los años 630 y 631 la influencia del Islam creció en la península, mientras que de regreso a Medina, Mahoma morirá de fiebre hacia 632.
La religión musulmana se había establecido y sus enseñanzas están contenidas en el libro sagrado del Corán, que establece las creencias de la religión, las actividades referentes a ellas, las obligaciones del culto y las sanciones para los actos prohibidos, la cual se acrecentó en el mundo oriental hasta su difusión durante la expansión musulmana.
Después de la muerte de Mahoma, el padre de una de sus esposas, Abu Bakr fue electo como primer califa, a su muerte sus tres sucesores también fallecieron de forma trágica. En 634 fue electo Umar ibn al-Jattab quién inicio la conquista y la conversión musulmana.
En 636 Umar tomo Siria, en 639 Egipto y para 643 la ciudad de Trípoli, mientras la batalla de Qadisiyya fue determinante en la lucha contra los persas. A partir de este momento las rutas comerciales de Asia Central y la India fueron controladas por los árabes, que proponían a las ciudades conquistadas un modelo de planificación urbana, que los embelesaba y permitía la penetración del Islam.
En 644 muere Umar al ser apuñalado y le sucede Utman, que también es asesinado en 656. A continuación se presentaron una serie de revueltas en las que Alí, primo de Mahoma, toma el poder, pero tuvo que enfrentarse a dos clanes rivales, el de Aisa y el de Muawiyya, gobernador de Siria.
En 656 Alí derrota a Aisa y cuando los soldados de Muawiyya estaban prácticamente derrotados, colocaron fragmentos del Corán en sus lanzas, terminando la lucha en una tregua que desfavoreció a Alí. Sus partidarios terminaron por dividirse en los puritanos contrarios a este y en los chiitas favorables a él.
En 661 Alí es asesinado por un puritano y Muawiyya se alza con el califato y nombra a Damasco como capital del imperio musulmán, a continuación los hijos de Alí se enfrentaran a los descendientes del clan de Muawiyya, pero terminaran todos asesinados. Yazid hereda el califato de Muawiyya, mientras los chiitas, establecen ciudades separadas.
A partir del califato de Muawiyya y de su hijo Yazid, iniciaría el dominio de la dinastía de los califas omeyas, quienes integraron en el poder a iraníes, egipcios y sobre todo beréberes y aunque no tenían los mismos beneficios que los árabes puros, eran esenciales para el desarrollo del imperio.
De esta misma forma los cristianos fueron integrados al imperio, los cuales contribuyeron en el desarrollo de las artes y tradujeron a los filósofos, médicos y sabios griegos. Durante el reinado de los omeyas se desarrollo la caligrafía y Damasco se embelleció como la ciudad de las artes, los califas se llenaron de riquezas y abandonaron la vida de sencillez en el desierto, mientras se mandaba a construir una gran mezquita durante el reinado del sexto califa Walid, entre 714 y 715.
Damasco también destaco por su artesanía y el desarrollo de hermosos tejidos, la seda, los tapices y los perfumes aparecieron, mientras Abd al-Malik proclamaba la utilización de una moneda única, verdaderamente árabe, a la vez que este idioma se difundía y unificaba a todo el imperio.
Muawiyya también prosiguió la expansión musulmana, en 665 ordeno la conquista del Magreb, que fue dirigida por Uqba ibn Nafi al mando de 10.000 hombres. Este avanzó desde un oasis en Libia hasta el sur de Túnez, fundando la primera ciudad musulmana en el Magreb, pero es derrotado en 683 por el jefe beréber Kusayla, cerca de Beska.
Un segundo intento de conquista enfrento a los árabes contra los beréberes de la reina Aures, que contaba con el apoyo de tropas bizantinas, pero los musulmanes consiguen la victoria en 698 y tras la conversión de los jefes beréberes al Islam, el Magreb paso a manos de los omeyas.
A continuación el califa Musa, le ordenaría a un jefe beréber llamado Tariq, que prestase apoyo al rey visigodo Akhila en contra de un duque sublevado llamado Rodrigo, hacia 709. En 711, 7.000 hombres cruzan el estrecho de Gibraltar al mando de Tariq y aplastan al ejército de Rodrigo, que muere en batalla, pero la guerra de apoyo se transforma en conquista y Tariq toma Toledo, la capital del reino Visigodo.
En 712 Musa desembarca con un ejército de apoyo que llegaba a los 18.000 hombres y en menos de 5 años ambos toman Sevilla, Córdoba, Mérida, Toledo, Zaragoza y Barcelona, mientras los jefes y las grandes familias visigodas adoptaban el Islam, solo la cordillera cantábrica y los Pirineos estaban fuera del alcance musulmán.
Hacia 716 las tropas musulmanas cruzan los Pirineos y en 718 se establecen en Septimania. Seguidamente penetran hacia Provenza y Aquitania, llegando hasta el Loira, pero en 732 son detenidos por Carlos Martel, príncipe del reino Franco en Poitiers, que culmino con la invasión musulmana en occidente.
En Hispania, el territorio conquistado recibe el nombre de al-Andalus, y pasa a ser gobernado por el hijo de Musa. La conquista se convierte en una situación de crisis y los árabes entran en conflictos por el reparto del botín y de las tierras, a la que su suman los beréberes, que son relegados del reparto y de las funciones de gobierno, por lo que estos se sublevan contra los árabes para 739.
En 741 los sublevados son derrotados con un ejército de 10.000 soldados provenientes de Siria y quedan relegados a las tierras menos productivas de León y Castilla, mientras los soldados sirios entran en la disputa por tierras cada vez más escasas.
En 750 una dinastía conocida como los abasíes, ansiosos de recuperar el poder que los omeyas les habían quitado durante las características disputas dinásticas y familiares de la Historia de los musulmanes, declararon que estos habían violado la ley coránica por ser hipócritas y corruptos, es decir, unos musulmanes indignos.
Los abasíes se basaron en un rigor doctrinal para acabar con los omeyas, pero no tardarían también en convertirse en unos déspotas orientales. En 749 Abu al Abbas al Saffah, el sanguinario es proclamado califa y su dinastía, la de los abasíes gobernaría hasta 1258 y durante el califato de Abu ya far al-Mansur entre 754 y 775 se fundaría la nueva capital del imperio, Bagdad en 762.
Después de la masacre organizada por el sanguinario en contra de los omeyas en 750, daría como resultado el inicio de su dinastía, pero los omeyas encontrarían refugio en un príncipe llamado Abd al Rahmán, que desembarco en al-Andalus y se apoderó de la ciudad de Córdoba en 756, declarándose como emir separado de Bagdad.
El califato de Córdoba se organizo tras una estabilidad política y diversas dificultades internas, por las diferencias entre judíos, beréberes, árabes y cristianos. El califato se sumió en rebeliones, dirigidas principalmente por cristianos, pero al ser sofocadas hizo ver a los árabes, que debían dejar relegados de la administración del reino a estos, procurando una islamización total, que acabó con la actitud tolerante de los musulmanes omeyas en Hispania.
Por otro lado, Bagdad se convertía en la capital de los poetas, los artistas y sobre todo de los sabios y de las ciencias. El modelo urbano de la ciudad fue copiado por otras ciudades y durante el reinado de los abasíes el comercio floreció entre ellas. Se crearon puertos en el Mediterráneo, el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y en el océano Índico.
Los abasíes construyeron palacios y se convirtieron en organizadores notables. La estructura política se baso en la administración de los divanes, divididos en aquellos encargados del impuesto territorial, del Tesoro, del ejército y de la Justicia, mientras las provincias eran dirigidas por un gobernador o emir y un prefecto, comunicadas entre si a través de un sistema adoptado de los bizantinos y los persas, el correo, que permitía conocer a los musulmanes la situación del imperio en las provincias y en las fronteras.
De la misma forma se afianzaron las cuatro escuelas de la religión islámica, que sentaron las bases teológicas del Corán y la difundieron por todo el imperio, mientras en Bagdad, convertida en la capital del saber, se afianzaban conocimientos provenientes de los chinos como la fabricación de la seda, el algodón, las tinturas y del papel, así como avances en conocimientos tanto en astronomía, medicina, física, matemática y química.
La estructura social de Bagdad estaba compuesta por los esclavos, en la base de la pirámide social, que algunas veces se les confiaban cargos importantes, seguidos por los eunucos, esclavos encargados de los harenes y de las alcobas de los más ricos. A continuación encontramos a los campesinos y al pueblo, formado por desharrapados, tenderos, mozos, aguadores y mendigos, mientras la clase media la formaban los comerciantes, médicos, propietarios, funcionarios, religiosos y jueces y en la parte más alta los miembros de la corte y los príncipes y en la cúspide el califa.
A pesar de estos avances, el imperio se encontraba amenazado por los beréberes del Magreb, que adaptaron un nuevo principio religioso llamado jariyi, en el que no se consideraban musulmanes de segundo orden y establecieron reivindicaciones políticas, sociales y étnicas, en contra de los árabes.
Este movimiento fue dirigido por Ibn Rustum, que afianzó su control sobre Ifriquiyya, la actual Túnez y Argelia Oriental, pero el poder de los abasíes de Bagdad lo enfrento y Yazid, tras 15 años tomaría la región, pero al no poder mantener su control sobre esta, firmó un tratado de paz con Ibn Rustum en 787, y el Magreb obtuvo su independencia de los árabes, situación que terminaría en 911 con el control impuesto por el chiismo, que se hizo con el dominio de la región.
El más celebre de los califas abasíes fue Harun Al Rasid, que reinó entre 786 y 809, durante su mandato el poder de Bagdad se afianzó y se creó la academia de las ciencias de Bagdad y se conoce la elaboración de los cuentos de Las mil y una noches, mientras el califa establecía relaciones con el emperador de occidente, Carlomagno, ambos emperadores ligados contra dos enemigos comunes, el emir Omeya de Córdoba y el rey de Constantinopla.
Ambos emperadores intercambiaron presentes y acordaron la alianza. Entre 802 y 806 Harun libró una guerra contra el rey de Constantinopla, Nicéforo. Este penetró en las fronteras de Siria, pero Harun lo combatió con 100.000 hombres y lo derrota, haciéndole firmar la paz y el pago de un tributo, pero el rey bizantino viola el acuerdo e invade Irán.
Como era invierno creyó que Harun no emprendería la contraofensiva, pero se equivoca y este al mando de su ejército llega hasta Constantinopla y destruye muchas ciudades a su paso, hasta que en 809 el legendario califa muere tras una expedición al Jurasán.
En 909 Ubayd Al-Mahdi fundaría la dinastía de los fatimíes en Túnez, cuyo reino dominó el Magreb y las islas del Mediterráneo. Entre 913 y 914 y 919 y 920, Egipto fue víctima de diversos ataques y Kafur, de la dinastía de los isidíes toma el poder, mientras hacia 953 al-Mu’izz se convierte en el cuarto califa fatimí.
En 968 muere Kafur y deja un país arruinado por el hambre, pero en 969 Al-Mu’izz invade el valle del Nilo y conquista Egipto, fundando en 973 la ciudad victoriosa, El Cairo. La ciudad fue construida rápidamente en 2 años y para 970 se erigió la mezquita de Azhar, que se convirtió en una de las principales universidades de la Edad Media, a partir de 988 y en un importante centro para las ciencias y en centro del mundo teológico musulmán.
Las bibliotecas del Cairo trajeron a los más famosos sabios, por sus manuscritos preciosos, mientras la literatura florecía con el cuento. El Egipto fatimí se convirtió en una auténtica encrucijada de culturas, las tradiciones romanas, copta y magrebí se cohesionaron entre sí, formando un arte original que influyo en el Magreb y al-Andalus, mientras la ciudad se convertía en el cruce comercial entre Europa y la India.
Al-Mu’izz era de religión musulmana chiita y por lo tanto era contraria al musulmán sunní de Bagdad, lo que dio como resultado la confrontación entre dos califatos rivales. Por otro lado Al-Mu’izz consiguió extender su imperio hasta Palestina y Siria, en donde controló los santos lugares de La Meca, Medina y Jerusalén.
Durante su reinado estableció buenas relaciones con los judíos y los cristianos, quienes construyeron iglesias y monasterios e inclusive alcanzaron los cargos de visir y altos funcionarios, todo ello con el objetivo de mantener a los musulmanes sunní lejos del poder, ya que estos eran mayoría en Egipto. Esta situación tolerante cambiaría durante el califato de al-Hakim, que murió misteriosamente asesinado, mientras en este mismo contexto las sectas se afianzaban en Bagdad y el joven califa, al-Qadir, cerró las puertas de la ciudad en 1019, por lo que las ciencias entraron en un considerable período de decadencia.
Por otro lado en el Magreb, se habían suscitado agitaciones intensas, a lo que al-Mu’izz había decidido dejar a cargo al gobernador Yusuf Buluggin de la situación. Yusuf se comporta como un virrey y funda la dinastía de los ziríes y traslada la capital a Mansuriyya. Su hijo establece buenas relaciones con los fatimíes, pero su nieto rompe relaciones con El Cairo y reanuda los tratos con Bagdad, a lo que en 1050 el califa fatimí al-Mustansir decidió enviar dos tribus árabes formadas por 200.000 nómadas a invadir el Magreb, que fue conquistado dando lugar a diversos principados en la región, mientras aparecía un nuevo enemigo para los fatimíes, los selyúcidas.
Hacia 1050 el califa abasí de Bagdad, al-Qa’im se encontraba amenazado por los fatimíes de Egipto, hallándose bajo la tutela de la dinastía de los Buwayhíes, por lo que decide pedir ayuda a una dinastía turco-mongola, la de los selyúcidas. Su líder Tugril Beg expulsó a los Buwayhíes y se proclamó como sultán en Bagdad, mientras el califa se reservaba las funciones de jefe religioso.
Con la llegada de los selyúcidas el Islam sunní se afianzó, mientras el chiita quedo relegado a un segundo plano, las fronteras del imperio se ampliaron, destacando en el papel militar a tres líderes: Tugril Beg, Alp Arslan y Malik sha, quienes dejaron la administración civil en manos de visires, cuidadosamente elegidos.
El poder militar selyúcida se basó en los ataques por sorpresa, desorganizaban al enemigo con una lluvia de flechas, mientras simulaban su huida del campo de batalla, seguido de una carga aplastante que dejaba al rival sin posibilidad de defensa.
Una de las más importantes victorias militares fue la batalla de Mantzikert en 1071, en la que el emperador bizantino Romano IV fue capturado, infligiendo a Constantinopla una gran humillación y a los selyúcidas la toma de la mayor parte de Asia Menor. Durante la dinastía selyúcida, los sultanes fueron receptivos con las tradiciones persas y árabes, lo que permitió el renacer de la civilización musulmana, el sistema de las caravanas de los comerciantes fue mejorado, mientras se levantaban mezquitas y sistemas de escuelas, que permitían la preparación de teólogos, jueces y funcionarios.
Por otro lado, al oeste en Al-Andalus, los reyes cristianos iban a reiniciar la Reconquista, mientras el Magreb era invadido por los hilalíes. A su vez los beréberes hicieron su aparición y en 1050 ibn Yasin, al mando de los monjes guerreros establecerían la dinastía de los almorávides. En 1059 Yusuf ibn Tasfin toma el poder y extiende el dominio de los almorávides desde el Magreb central hasta Argel.
Seguidamente a la conquista de Toledo por el rey Alfonso VI, ibn Tasfin desembarcó en Algeciras y le infligió una importante derrota a los cristianos en Sagrajas, restableciendo la unidad de la España musulmana, mientras se instalaba en la región el antiguo rito maliki de las prácticas religiosas pre-islámicas.
En 1077 un beréber llamado Ibn Tumart, emprendería la lucha contra los almorávides, combatiendo el rito maliki. A su muerte su discípulo al-Mu’min continúa su lucha emprendiendo la conquista del Magreb. En 1147 funda la dinastía de los almohades con un nuevo principio religioso, basado en un respeto absoluto y a la unidad con Dios, quien logro reunificar todo el Magreb, por primera vez, después del Imperio Romano de Occidente.
La dinastía de los almohades no conseguiría afianzarse y en 1212 son derrotados por los cristianos en la batalla de Las Navas de Tolosa, hacia 1229 nuevas dinastías debilitarían a los almohades y finalmente en 1269 su último califa, Isaq, sería expulsado por los benimerines.
En otro contexto, en 1095 el papa Urbano II en el concilio de Clermont proclamaría la primera cruzada con el objetivo de recuperar los Santos Lugares y la tumba de Cristo, en donde los caballeros cristianos se afianzaron con el control de Siria y Palestina, estableciéndoles el régimen feudal a los musulmanes.
La causa de la cruzada, tal vez se valió al dominio turco sobre oriente tras la batalla de Mantzikert, en la que Bizancio fue derrotada, además del deprimente estado de los Santos Lugares y la profanación del Santo Sepulcro por el califa al-Hakim a comienzos del siglo XI. En 1095 los caballeros cristianos tomaron la cruz y se hicieron coser en sus ropas la cruz, en señal de convertirse en cruzados, en donde el crecimiento demográfico en occidente, fue determinante para la búsqueda de nuevas tierras, por los caballeros y jóvenes que se lanzaban a la aventura por las riquezas de oriente.
La cruzada organizada por el papa, partiría de Francia en 1096, pero ya grupos peregrinos habían partido, comandados por Pedro el Ermitaño y Gualterio sin Haber, la cruzada de los pobres consiguió la derrota de judíos y húngaros, así como la llegada hasta Constantinopla, cuyo emperador les brindo barcos para cruzar el Bósforo, terminando aniquilados por los turcos.
A continuación la cruzada de los barones, estuvo dirigida por cuatro grupos diferentes que se encontraron en Asia Menor. Godofredo de Bouillon dirigía a los caballeros de Francia del norte y de Baja Lorena, que siguieron el valle del Danubio, Raimundo de Sanit-Gilles, encabezaba las tropas del mediodía francés, que cruzaron la costa dálmata y el norte de Grecia, los normandos de Sicilia, dirigidos por Bohemundo de Tarento y los caballeros de Francia central, al mando de Esteban de Blois y de Roberto de Normandía.
Los cruzados vencieron a los turcos, que se encontraban divididos en clanes rivales y para 1098 tomaron Antioquía. Seguidamente encontraron la lanza que atravesó a Cristo, que revivió los ánimos de la empresa, Bohemundo se convirtió en príncipe de Antioquía y el ejército de refuerzo del señor de Monsul, fue derrotado.
Seguidamente los cruzados avanzaron hasta Siria y Palestina, en la que, según los cristianos, se dieron lugar supuestos milagros y hazañas, como la de Godofredo de Bouillon, que partió a un turco en dos, mientras los musulmanes hablaban de perjurios y matanzas e inclusive, la práctica del canibalismo por los cristianos.
En 1099 el ejército franco acampo al frente de Jerusalén. La guarnición egipcia los observaba desde la torre de David, mientras las murallas habían sido fortalecidas y se preparaba el fuego griego para enfrentar a los cruzados, a la vez que todos los pozos de los alrededores fueron cegados y envenenados. Por su parte, los cruzados recibieron refuerzos de Génova y empezaron a cantar salmos, mientras se construían dos altas torres de madera para asediar la ciudad.
La guarnición de Jerusalén consiguió incendiar la primera torre, pero la segunda sirvió para que los cruzados penetraran por el norte de Jerusalén. La guarnición fue aniquilada y centenares de judíos fueron quemados vivos en sus sinagogas, mientras la ciudad fue víctima del pillaje y la destrucción, causando numerosos muertos, mientras los tesoros del templo fueron repartidos durante dos días enteros.
Godofredo de Bouillon fue designado como protector del Santo Sepulcro y a su muerte su hermano, Belduino de Edesa, se convirtió en el primer rey de Jerusalén en 1100. El rey de Jerusalén impuso un régimen feudal comparable al de los reinos de occidente, mientras los estados latinos de Levante estarían formados por Antioquía, Alepo, Edesa y Trípoli. El reino de Jerusalén se extendía más allá del Jordán y las ciudades de la costa serían conquistadas a expensas del esfuerzo de los musulmanes por defenderlas en el mar, mientras la Iglesia incentivaba a los caballeros para defender los lugares conquistados, cuyos refuerzos apenas llegaban, ya que eran diezmados por bizantinos y turcos.
El sistema feudal se volvería más riguroso que el de occidente y los feudos solo se concedían a cambio de un estricto deber militar, sin límite de tiempo y si este caía en manos de una mujer, esta tenía que encontrar algún caballero que defendiese la tierra. De igual forma el Islam se toleró a través de un pago a los señores cristianos, que respetaron sus costumbres, mientras los intercambios comerciales se reanudaron con las caravanas, en una confluencia general, en donde soberanos musulmanes protegían a peregrinos cristianos, mientras los príncipes francos permitían las peregrinaciones musulmanes a La Meca.
A pesar de la victoria franca, emboscadas y derrotas a favor de los musulmanes demostraban la debilidad de los estados latinos, y a su vez la peor derrota era infligida por los príncipes de Monsul, que se apoderaron de Edesa en 1146.
Esta situación causó que el papa Inocencio III, a instancias del rey Luis VII, de Francia, emprendiera la segunda cruzada, cuya predicación quedo en manos de San Bernardo, dirigida por Luis VII y el emperador Conrado III.
El ejército turco, bien adiestrado, derrotó a los caballeros de Conrado en Dorilea, mientras la infantería de Luis VII era aniquilada en la llanura de Adalia, en Anatolia. De los 25.000 caballeros, solo 5.000 llegaron a Jerusalén con la esperanza de forjar sus propios feudos, cuyos intereses chocaron con los señores locales, la idea original de la cruzada se había perdido con la ambición de los príncipes cristianos, mientras los musulmanes lograrían la unidad bajo el mando de Saladino.
A continuación, un vasallo de los selyúcidas, llamado Zangi, funda la dinastía de los zangíes, conquistando Edesa, Antioquía, hasta atacar a Jerusalén, que resistió el asedio. Durante el reinado de Amaury I, en Jerusalén los fatimíes se vieron amenazados y pidieron ayuda a los zangíes, al mando de Sirkuh Asad al Din, que al morir en 1169 su sobrino fue nombrado visir, el conocido Salah al-Din Yusuf, Saladino.
Su primera decisión fue nombrar su propia dinastía, la de los ayubíes, que expulsó a los zangíes y los fatimíes, restableció el Islam sunní y para reforzar su poder construyó una ciudadela que protegía sus ciudades. En 1173 toma Adén y muere el rey de Damasco, a lo que decide unificar las fuerzas militares de todos los países musulmanes para combatir a los cruzados.
En 1777sufre una derrota, pero en 1182 conquista la alta Mesopotamia y en 1183 la ciudad de Alepo, consiguiendo apresar la escuadra franca, que se había arriesgado a dirigir una expedición contra Medina, por lo cual, en la Meca, los soldados fueron degollados y para 1187 Saladino estaba dispuesto a recuperar Jerusalén.
Ese mismo año, Saladino derrota a los cruzados en Hatiin y captura al rey de Jerusalén, Gui de Lusignan, ocupando la ciudad sin derramamiento de sangre y a continuación conquista los estados latinos de Trípoli y Antioquía.
Ante esta situación, en 1190, los cristianos, al mando de Felipe Augusto, rey de Francia, Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra y Federico Barbarroja, emperador de Germania, emprenden la tercera cruzada. Felipe Augusto recuperó San Juan de Acre, mientras Ricardo Corazón de León se dirigió a recuperar el Santo Sepulcro.
Durante el asedio de Jerusalén, Ricardo cae enfermo y Saladino demuestra su comportamiento caballeresco, al hacerle llegar sorbetes con nieve del Líbano, mientras en otra ocasión salvaba a un niño cristiano durante el asedio y lo devolvía a su madre, además de estar dispuesto a pagar una cuantiosa suma por el rescate de la guarnición de Acre.
En esta situación, Ricardo manda a reunir los 3.000 prisioneros y en 1191 da la orden de degollarlos a todos. La guerra entre caballeros había terminado y los cruzados obtienen una importante victoria en Arsuf, pero no consiguen recuperar Jerusalén.
Deseoso de regresar a Inglaterra, Ricardo ya cansado, firma un compromiso de paz con Saladino en 1192 y los francos apenas conservaban la zona costera de Tiro a Jaffa, mientras Saladino, animaba a los judíos a regresar a la ciudad, acogiendo tanto a árabes como cristianos por igual. Finalmente muere extenuado en 1193, dejándoles a sus sucesores, el imperio musulmán más próspero, dirigido desde El Cairo y que se extendía desde Yemen hasta Siria, pasando por Mesopotamia. A pesar de ello no pudo ganarles la supremacía en el mar a Venecia y Génova, pero el comercio entre Europa y oriente conoció su período de mayor esplendor.
A la muerte de Saladino, sus hijos y hermanos se repartieron el imperio, el cual quedo dividido entre El Cairo, Damasco y Alepo. Los ayubíes se mantendrían unidos hasta 1218, con la muerte de Al-Adil, hermano de Saladino, en la que empezaron revueltas internas, que permitieron la realización de la quinta cruzada, que invadió Egipto y fue detenida en 1219 por al-Malik, que se encontraba enfrentado con los ayubíes, pidiendo la ayuda del emperador germánico Federico II.
En 1229, Federico II llega a Tierra Santa, emprendiendo la sexta cruzada, firmando un acuerdo con al-Kamilla que suponía la restitución del reino de Jerusalén, pero en 1244 los musulmanes volvieron a ocupar la ciudad, mientras los dominios de los cruzados se reducían a algunas ciudades costeras.
En 1249, muere el penúltimo sultán ayubí, durante la séptima cruzada, dirigida por el rey francés Luis XI, mientras su viuda Sagaret, ocultó la muerte de su marido y mantuvo la unidad musulmana, pidiendo la ayuda de los mamelucos, esclavos griegos, turcos, albaneses y eslavos, quienes le permitieron conseguir la victoria sobre los cruzados.
Estos guerreros asesinaron al heredero al trono y la eligieron reina de los musulmanes, pero fue asesinada en 1250 y los mamelucos se hicieron con el poder y a partir de este momento su dinastía dominará la historia musulmana hasta finales de la Edad Moderna con el advenimiento de Bonaparte en Egipto. Su emperador más celebre fue Baybars que reinó entre 1223 y 1227, consiguiendo tomar el poder en Siria y Palestina, vencer a los cruzados y detener a los mongoles. Los musulmanes habrían conseguido la expansión del Islam y un aporte de conocimientos importantes ha occidente, cuyo poder se sigue manteniendo y su religión difundiendo, hasta hoy día.
Continuara...
domingo, 8 de agosto de 2010
Reino Franco y la Francia Feudal
Después de la caída del Imperio Romano de Occidente, los francos se habían instalados en una serie de tribus dispersas, divididos entre los francos ripuarios y los francos salios, se alzó un tercer reino, el de los francos de Tournai, al mando de Childerico, que lucho a favor de los romanos desde 457, pero al morir le lego su reino a su hijo Clodoveo en 482.
En 486 Clodoveo ataco el último foco romano dirigido por Siagrio, a quién derrota instalándose en Soissons, seguidamente el arzobispo San Remigio de Reims lo felicita, estableciendo una posible conversión al cristianismo, obteniendo el apoyo de una fuerza considerable como lo era la Iglesia.
A lo largo de diez años, Clodoveo se apoderó de los últimos territorios imperiales, llego al Loira y entró en contacto con los Bretones. En 491 atacó a los turingios y en 496 se enfrentó a los alamanes. Posteriormente se caso con la hija del rey burgundio Gundebaldo, que intentó hacerle abrasar la fe cristiana y en la batalla de Tolbiac contra los alamanes, jura que si Jesucristo le da la victoria se vuelve cristiano y tras su triunfo, accede a la promesa y es bautizado en la navidad de 498.
A partir de este momento, Clodoveo obtendría el apoyo definitivo de la Iglesia y de los reinos vasallos a ellas, favoreciendo la fusión con galorromanos y bárbaros, y a partir de este momento el pueblo paso a llamarse Franco.
En el año 500, Clodoveo se lanzó a una expedición para rescatar a al rey burgundio Godegiselo, apresado por su hermano. En 505 expulsó a los alamanes al otro lado del Rin y 506 reunió una coalición contra el rey visigodo, Alarico II, aplastando a todo su ejército para 507 cerca de Poitiers. Clodoveo ya era dueño de Aquitania, pero el rey ostrogodo, Teodorico lo detiene e impide su acceso al Mediterráneo, mientras los Visigodos quedan limitados a poseer Hispania.
En los últimos años de su reinado, Clodoveo se dedico a unificar bajo su mandato a los francos salios y ripuarios, extendiendo su reino entre el valle del Rin hasta los Pirineos para 511, nombra a París como su capital y convoca en Orleans el primer concilio de las Galias. Muere el 27 de noviembre de 511 y lega su reinado a sus cuatro hijos.
En 538 Clotario I unifica el reino, que vuelve a ser dividido entre sus cuatro hijos en 561. A partir de 570 Sigiberto I y Chilperico I se enfrentan por el poder. Clotario II, hijo de Chilperico reunifica el reino para 613 y en 623 nombra a su hijo Dagoberto, rey de Austrasia, a la muerte de su padre se apodera de Borgoña y Neustria, mientras su hermano muere en 632, se vuelve emperador único.
En 634 le da a su hijo Sigiberto III el reino de Austrasia. A continuación tiene un segundo hijo y al morir en 639 Sigiberto III conserva Austrasia y Clodoveo II Neustria y Borgoña. A partir de este momento los reinos se alejaran entre si y entraran en un período de los conocidos “reyes holgazanes” que presenciaron el debilitamiento de su poder frente a la aristocracia de los mayordomos de palacio.
Después del reinado de Dagoberto, en la época de los “reyes holgazanes”, los mayordomos se palacio se acrecentaron en el poder, adquiriendo un mayor poder político. Dirigían el ejército real y recaudaban impuestos, además de participar en los tribunales de palacio. Como consecuencia de su aparición el reino Franco se dividió en tres territorios, Neustria, Borgoña y Austrasia. Bajo este contexto, Neustria y Austrasia entraron en guerra, en la que el mayordomo austrasiano Pipino de Hiristal logró vencer al neustrio Ebroín.
A la muerte de Pipino de Hiristal en 714, su hijo Carlos accede al poder como príncipe de los francos, bajo la tutela del rey titular Thierry IV. Carlos combatió en todas las fronteras con el objetivo de extender el reino Franco. Derrotó a los turingios, alamanes, bávaros y frisones, logrando que Aquitania reconociera la superioridad franca y en 732, al verse amenazada por los árabes, pidió la ayuda a Carlos, quien los detuvo en la batalla de Poitiers, en el mismo año, acción que le valió el apodo de “Martel”, llamándose Carlos Martel.
Seguidamente Carlos Martel expulsa a los árabes de Provenza y se apodera de Aviñón, penetrando en la rica franja de Septimania. Su poder se baso en su caballería, la cual desarrollo el estribo y la armadura, pero como esta tenía un alto costo, Carlos decidió apoderarse de los bienes de la Iglesia que distribuyó entre sus fieles a cambio del deber militar, lo que le valió su supuesta ida al infierno.
En 737 muere el rey legítimo Thierry IV y el poder queda en manos de Martel, que ya de hecho lo ejercía el solo y antes de morir deja su herencia a sus hijos Pipino el Breve y Carlomán. Ante una serie de disturbios, Childerico III es nombrado rey, mientras Carlomán se retira a un monasterio en 747, Pipino el Breve, tras un acuerdo con el papado destrona a Childerico III y es coronado rey en Saissons para 751.
En 754 Pipino llega a un acuerdo con el papa Esteban II, y a partir de este momento solo el hijo de la familia real podía acceder al trono por gracia divina, asegurándose que ningún usurpador tomase el reino. Pipino pacifico el territorio y sometió al conde de Baviera y Aquitania, además de arrebatarles Septimania a los árabes. Seguidamente continuó con la reforma de la Iglesia e impuso el diezmo a los agricultores y adopto la liturgia cristiana. Controló el monopolio de la acuñación de monedas y estableció relaciones con el califa de Bagdad. Al morir reparte su reino entre sus hijos Carlos y Carlomán, pero a la muerte de Carlomán en 771, Carlos se convierte en el único soberano bajo el nombre de Carlomagno.
Durante su reinado Carlomagno se mostró capaz de la mayor generosidad, al igual de una crueldad extrema, considerándose responsable solamente ante Dios y protector del papado, por lo que se esforzó de hacer de la sociedad un estado cristiano, para la salvación de la humanidad.
El poder militar de Carlomagno era impresionante, se basaba en la caballería, la cual estaba armada con una espada de hierro y protegida por un blusón de cuero cubierto de escamas metálicas, llamado bruniga, mientras cada soldado velaba por pagar el coste de su propia montura. Al rey también le preocupaban las redes de comunicación, por lo que proyectó la construcción de puentes y un canal entre el Rin y el Danubio.
La pacificación del territorio no se debió principalmente a la conquista militar, sino a la cristianización, la colonización y a la reputación de la civilización franca. Las primeras campañas de Carlomagno se llevaron a cabo en Italia. En 774 se apodera de Pavía y se hace con la corona de Desiderio, rey de los lombardos y en 781 nombra a su hijo Pipino rey de Italia. Extiende su influencia sobre el ducado lombardo de Benevento y conquista Istria en 805.
Carlomagno intentó librar a España del dominio musulmán. En 778 cruzó los Pirineos, pero fue derrotado ante las puertas de Zaragoza, mientras el conde de la Marca de Bretaña, Roldán era destrozado con su ejército en la batalla de Roncesvalles por montañeses vascos. Seguidamente consigue rechazar el contraataque sarraceno en 781, consigue la conquista de Barcelona en 801, que la deja a cargo de su hijo Ludovico Pío.
En 787 Tasilón III, duque de Baviera, se negó a asistir a un homenaje de Carlos en Worms, a lo que este responde con la invasión de Baviera, la deposición de Tasilón y la anexión de su ducado al reino Franco. Seguidamente establece una política de terror contra los sajones, a los que somete y convierte a la cristiandad para el 800.
Posteriormente se enfrenta a los ávaros, que bajo las órdenes de su Kan habían saqueado Europa Central. Los derrota en 796 y se apodera se su botín y para 805, el kan se convierte al cristianismo y en vasallo de Carlomagno. Después de la conquista de Sajonia, los francos se enfrentaron a las tribus eslavas, difíciles de someter gracias a sus castillos y tras diversas expediciones en Bohemia, terminan por aceptar la tutela franca en 805.
A partir de este punto, Carlomagno detiene las conquistas y se dedica a defender las fronteras, mientras organiza el territorio en marcas o provincias, a la que deja a cargo a los condes, que pasan a obtener el nombre de marqueses. En 811 inspecciona sus flotas y se enfrenta con los piratas sarracenos en el Mediterráneo.
El poder que habían logrado los francos bajo el mando de Carlomagno era grandioso, todos los soberanos, desde los reyezuelos de la Gran Bretaña y España, hasta el califa de Bagdad o la emperatriz de Bizancio reconocían su mandato, además de contar con el apoyo de la Iglesia y del papa León III, al que rescato de una acusación, por lo que este hizo aclamar a Carlos por el pueblo.
Carlomagno gobernó a través de su presencia física y su palabra, mantuvo lazos con su pueblo convocando asambleas públicas para anunciar las decisiones del imperio, mientras estos le debían un juramento de fidelidad. El imperio estaba dividido en condados y los condes se encargaban de la administración de impuestos, de los que cobraban una remuneración, aliados con la aristocracia local se volvían corruptos, pero para controlarlos, Carlomagno los organizó en grupos de un obispo y un conde a fin de inspeccionar cada cuatro meses los condados, asegurando la administración de la justicia a los scabini o futuros regidores.
El emperador intervino en los asuntos teológicos y legó el poder de la Iglesia en la sociedad, en la que el papa hacía de pastor y se restringía a evangelizar a los paganos sometidos, sin sumar más poder que el propio emperador.
La base material del imperio se baso a sus tierras y propiedades, muchas de ellas asignadas a la aristocracia, con gran variedad de terrenos cultivados y graneros, trabajados por los esclavos y como resultado del gran número de tierras sin cultivar, estas eran dadas a los esclavos para que las trabajasen, quienes se instalaban con su familia y pagaban una remuneración a los señores de la tierra, engrandeciendo al imperio.
Al final de su reinado, Carlomagno vio frustrado su ideal de convertir a toda la sociedad en verdaderos cristianos, ante la negligencia humana, a lo que decidió establecer el régimen de vasallaje sobre los condes, que sería el característico de la Francia feudal y para 806 ya había previsto el reparto de su reino a sus hijos y antes de su muerte en 813, ordenó coronar emperador a su hijo Ludovico, albergando el sueño de que el imperio cristiano sobreviviría.
Ludovico accedió al trono en 814 después de la muerte de su padre. Bajo su reinado intento mantener la paz y la justicia, llevó a cabo la reforma de la Iglesia y en 817 se impuso la regla benedictina. Ludovico no continuó con las conquistas de su padre, sino más bien se dedico a organizar sus defensas y procuró por la evangelización de eslavos y escandinavos.
En 817 hizo a su hijo Lotario heredero único y lo corono emperador, dejando a sus otros dos hijos en reinos bajo la tutela de Lotario. En 819 se casa con la hija del conde de Baviera, que le da un hijo llamado Carlos, a quien quiso hacer participe de la herencia. Ante la decisión de su padre sus hijos se unen en su contra y lo despojan del poder imperial en 833.
En 835 Ludovico vuelve a ser coronado y en 839 repartió el imperio entre sus tres hijos Lotario, Luis y Carlos, los dos últimos se unieron contra su hermano y lo derrotan en 841, pero este negocia con sus dos hermanos y en 843 con la firma del tratado de Verdún, el reino franco queda dividido en tres partes, el reino occidental de Carlos, el oriental de Luis y el central en manos de Lotario.
“En lugar de un rey, hay un reyezuelo, en lugar de un reino, fragmentos de reino”, bajo esta dominación continuaría el mandato de Lotario, que murió en 855, su reino fue dividido entre sus tres hijos y ahora los francos en 5 reinos, mientras Italia era atacada por los sarracenos y Luis moría sin descendencia en 875.
En este contexto solo Carlos el Calvo ostentaba el poder más grande de los reyes francos y con el apoyo del papa Juan VIII es proclamado emperador en 875. Ante la amenaza musulmana, el papa pide ayuda a Carlos el Calvo, que cae enfermo en 877 al llegar a Italia y cae muerto ese mismo año. El trono imperial queda vacante durante 4 años, hasta que el papa elige a Carlos el Gordo como emperador, quien es coronado en Roma para 885, el imperio de Carlomagno había quedado unificado bajo sus manos, pero ante su inestabilidad no pudo hacer frente a los normandos y renuncia en 887, año en el que muere, mientras la epopeya del imperio de los carolingios muere con él.
Durante esta época la realeza feudal se afianzo, el vasallaje se hizo ley y así como el reinado era hereditario, el mandato de los condes también se hizo, comenzando una época en la que el poder feudal era cada vez más fuerte en las divisiones restantes que sufrió el reino Franco.
Después de la dinastía de los carolingios siguió la de los capetos, mientras la autoridad sobre los vasallos se hacia más difícil y Francia era amenazada por el duque de Normandía, rey de Inglaterra y por el conde de Blois-Champaña.
En esta dinastía para 1180 Felipe Augusto accede al trono, quien trato de transformar el desorden feudal en monárquico. Su política se baso en la apropiación de feudos sin herederos, confiscación de bienes de los vasallos y en la intervención en las disputas entre los príncipes. Seguidamente estableció acercamientos con Enrique II rey Plantagenet de Inglaterra y firmó como su heredero, Ricardo Corazón de León, un tratado de paz en 1189.
En 1190 parte con Ricardo a la cruzada y a su regreso a Francia se apodera de Artois. En 1194 Ricardo es hecho prisionero y ayuda a su hermano Juan sin Tierra a apoderarse de Inglaterra, mientras Felipe conquistaba Turena y la alta Normandía. Ricardo muere en 1199 y su hermano se convierte en rey, pero Felipe confisca sus feudos y sus bienes y para 1204 conquistó Ruán y Normandía. En los años siguientes se apoderaría de Turena y Anjou, cuadruplicando sus dominios.
Durante el reinado de Felipe, la jerarquía vasallática se convirtió en una verdadera monarquía feudal, en la que el rey podía intervenir en todas las decisiones del reino, sin más límites que el interés común y la justicia. París se convierte en la capital del reino y el rey supervisaba todas las gestiones del reino, encargadas a sus familiares y amigos más cercanos como jueces temporales.
En este contexto el reino seguía amenazado por Juan sin Tierra y aún más cuando su sobrino Otón IV, es elegido emperador germánico como sucesor de Enrique VI y forma una coalición con el conde de Flandes, Fernando de Portugal. Sin embargo, Otón pierde el apoyo del papa Inocencio III y de Juan sin Tierra, siendo excomulgado y para 1212 Felipe Augusto e Inocencio III favorecieron la elección de Federico II, hijo de Enrique VI como sucesor del trono, ante esta situación Otón se vuelve a aliar con Juan sin Tierra y con el conde de Flandes, a los que se les unen el conde de Bolonia y algunos príncipes del imperio en contra de Felipe.
La flota francesa es derrotada, pero Felipe obtiene la victoria en Bouvines para 1214. La monarquía de los capetos era sólida y a su muerte en 1223 le sucedería su hijo Luis VIII, convirtiéndose la monarquía en hereditaria.
En 1229 muere Luis VIII y su hijo Luis IX, accedería al trono, pero antes de su mayoría de edad su madre Blanca de Castilla, ejerció el poder en una Francia debilitada y amenazada por Enrique III Plantagenet, rey de Inglaterra. Como consecuencia de la cruzada iniciada por Inocencio III en 1208 y continuada en 1221, los feudos habían sido confiscados y arruinados, iniciándose una serie de guerras feudales entre 1226 y 1236 que debilitaron la cohesión de Francia, situación que Blanca de Castilla pudo contener gracias a su alianza con Teobaldo IV, dando fin a las revueltas feudales.
Una vez liberado de la tutela de su madre Luis IX pudo ejercer el mando. Inició por sofocar las últimas guerras feudales al detener a Hugo de Lusigna, pero Raimundo VII de Tolosa y Enrique III, rey de Inglaterra, acudieron en su ayuda. El ejército real obtuvo la victoria en Taillebourg y en Saintes y para 1243 Raimundo VII tuvo que aceptar la derrota.
Para 1244 Luis IX pudo restablecer la paz y al enterarse de la caída de Jerusalén y la matanza sufrida por los ejércitos cristianos, decidió emprender la séptima cruzada, a la vez que intentaba reconciliar a el papa con el emperador germánico Federico II, mejoro la administración del reino y las multas permitieron financiar la cruzada, que inició por fin tras zarpar en 1248.
La cruzada fue un fracaso, pero Luis había logrado proteger el acceso a Tierra Santa y fue considerado como el defensor de la fe y a la muerte de Federico II en 1250, para 1254 se convertiría en el emperador más poderoso de occidente.
A partir de este período reformo el estado, revisó los municipios y eliminó la corrupción, creo el parlamento, que le permitió evaluar las jurisdicciones privadas, además de combatir contra las guerras intestinas incitadas por los nobles, mientras que las financiaciones a los municipios fueron sometidas a un estricto control, asegurando que los municipios más ricos contribuyeran más.
Luis IX se convirtió en el rey de la justicia y de la paz, el pueblo acudía de todas partes a someter sus problemas bajo su juicio. Puso fin a la disputa entre las 2 grandes familias de Francia, los Avesnes y los Dampierre. En 1258 solucionó la disputa con el rey de Aragón, en España, al renunciar sus pretensiones de tomar Cataluña, mientras este renunciaba a tomar Languedoc. Como rey de la paz se caso con la hermana del rey de Inglaterra, Enrique II y mediante el tratado de París en 1259, el devolvió los feudos que una vez tomo Felipe Augusto, mientras Enrique se convertía en vasallo del rey de Francia.
Posteriormente para 1264 Luis apoya a Enrique en su lucha contra el jefe de los albigenses, Simón de Montfort, mientras el hijo de Enrique, Eduardo I, consigue aplastar a los barones ingleses y matar a Simón de Montfort en Evesham para 1265.
Luis IX, también se destaco por su piedad, escuchaba las predicaciones de las ordenes mendicantes, coleccionó reliquias cristianas, como la corona de espinas de Cristo, mando a levantar la Santa capilla, amparó hospicios, hospitales y leproserías y el 10% de los gastos de la casa real los destinó a los pobres, pero ante la toma de las últimas ciudades cristianas por los mamelucos musulmanes en 1265, hicieron que Luis emprendiera la octava cruzada en 1267.
La octava cruzada comenzó en 1270 y se dirigió hacia Tunes, pero Luis cayó enfermo como consecuencia de una epidemia y muere para ese mismo año, mientras sus restos al ser trasladados a Francia causaron milagros a su paso, situación que para 1297 convirtió a Luis IX, en San Luis, tras su canonización.
A la muerte de Felipe III, hijo de San Luis, su nieto Felipe IV el Hermoso accedería al trono hacia 1285, tratando de igualar la paz y la justicia de su abuelo. En primer lugar tuvo que enfrentarse a dos poderosos vasallos, Eduardo I, duque de Aquitania y rey de Inglaterra y el segundo el conde de Flandes, Gui de Dampierre. Este último y su familia se encontraban en conflicto con los Avesnes por el dominio de Flandes, territorio de burgueses y mercaderes, con ciudades de muchas riquezas, por lo que era un punto de disputa entre Eduardo y Felipe, que para el segundo significaba la independencia de la producción lanera de Inglaterra.
En 1293 Felipe confiscó Aquitania y Eduardo se alío con el conde de Flandes, por lo que la guerra estallo, mientras los franceses obtuvieron el apoyo de los ricos burgueses, al final la victoria se decanto para Francia, quienes ocuparon el territorio. A pesar de la victoria, los flamencos y la familia de los clauwaerts, aliados del conde de Flandes, se opusieron al régimen de Felipe y se levantaron en Brujas, los caballeros del ejército real fueron derrotados y Felipe tuvo que optar por reclutar nuevas tropas, a altos costos en 1304, consiguiendo derrotar a los flamencos, que seguirían levantándose en su contra durante todo su reinado.
Ante las continuar guerras de su reinado, Felipe vio como los recursos feudales escaseaban a lo que decidió tomar medidas drásticas. En 1291 expulsó a los mercaderes lombardos y confisco sus bienes, mientras los judíos sufrían el mismo castigo en 1306, seguidamente estableció el impuesto directo bajo la escusa de que era una renta necesaria ante la situación de guerra, mientras se ganaba el apoyo de nobles, burgueses y del clero, en distintas asambleas a fin de aprobar sus peticiones.
La política de Felipe IV el Hermoso siempre se baso en un régimen que hacía valer su posición y justicia a quien fuese, inclusive a los clérigos, esta situación termino por enfrentarlo con el papa Bonifacio VIII, quien defendía la soberanía suprema y universal de la Santa Sede, sobre cualquier rey. El conflicto se agudo y el enfrentamiento entre realeza y papado fue inminente, Felipe convocó el concilio general, único capaz de juzgar a un papa y destituirlo, mientras este convocaba a los clérigos de Francia a fin de excomulgar al rey, a continuación el papa es amenazado a asistir al concilio y ya anciano muere al verse afectado por estos acontecimientos dolorosos.
Los sucesores del papa en Italia buscarían refugio en el rey de Francia, mientras este continuaría con su férrea política tomando dos decisiones determinantes en su reinado. La primera de ellas se definió por su ambición para hacerse con el tesoro resguardado por la orden de los Templarios, dispuesta para defender los territorios de los cruzados en Tierra Santa, a quienes se culpo de herejía y sodomía para 1307, los Templarios son arrestados y torturados para que confiesen, cuya situación culmino con la ejecución de Jacques Molay, el gran maestre de la orden en 1314, mientras los tesoros pasaban a la orden de los hospitalarios, causando la frustración de Felipe.
Su segunda acción estuvo relacionada con la acusación de adulterio en contra de sus nueras. Felipe quiso echar tierra al asunto y mando a encarcelar a sus nueras, mientras sus amantes fueron ajusticiados en público. Su extremo rigor no se repetiría en sus hijos, quienes no tuvieron descendencia, reinaría Carlos IV y seguidamente la única hija de Felipe Isabel de Francia, casada con Eduardo II, rey de Inglaterra mostraría la misma frialdad e instinto político de su padre.
En 1328 muere Carlos IV y como los capetos no tenían sucesor directo al trono el más próximo era un inglés, hijo de Isabel, Eduardo III. Ante estas circunstancias la nobleza francesa rechazó el mando de un rey inglés y eligió a Felipe VI como rey de Francia. Eduardo le rindió homenaje en 1329, pero ante la rivalidad entre ambos, este reclamó el reino de Francia hacia 1337, fecha en la que inicia la conocida Guerra de los Cien Años.
En 1346 los franceses son derrotados en Crécy y en 1356 en Poiters, mientras el nuevo rey, hijo de Felipe VI, Juan II el Bueno, es hecho prisionero.
La derrota de Poiters causó una crisis política y social en Francia, era necesario un rescate y Carlos hijo de Juan el Bueno convocó a los estados generales, que solo aceptaron pagar el rescate si se establecía una reforma que evitara futuros desastres. Seguidamente Etienne Marcel, representante de la burguesía parisina, establece un proyecto de monarquía controlada en 1357 y en 1358 se une a los aliados del rey de Navarra Carlos el Malo que se hallaba prisionero.
Marcel causa un motín en París contra el Delfín que tuvo que huir, a continuación causa una revuelta entre los campesinos contra los nobles y Carlos el Malo es liberado, lo que le permite tomar Normandía. Posteriormente Marcel es asesinado por estar comprometido con Carlos el Malo y el Delfín entabla negociaciones con los ingleses y tras el tratado de Brétigny, a través de un enorme rescate regresa Juan el Bueno, consiguiendo además la firma de la paz de Calais.
La paz de Calais no se respeto y tanto Eduardo III como Juan II el Bueno siguieron con sus pretensiones. En 1364 el Delfín consigue la derrota de los anglo-navarros, partidarios de Carlos el Malo, en Normandía, pero las grandes Compañías seguían afectando Francia. En 1366, Du Guesclin, le pide al nuevo rey de Francia Carlos V, la toma del trono de Castilla en manos de su hermano Pedro el Cruel, quien ayudado por el príncipe de Gales derrota a Du Guesclin en Nájera para 1367, pero este finalmente consigue la victoria en 1369, año en que se reinicia la guerra entre Francia e Inglaterra.
Entre 1369 y 1389 no hubo batallas considerables, en 1380 muere Carlos V, mientras los conflictos estaban prácticamente terminados todos los actores de la Guerra de los Cien Años habían muerto en su primera etapa. En 1389 los franceses habían recuperado casi todas las conquistas inglesas, excepto Calais, Guyena y Gascuña, mientras Ricardo II, sucesor de Eduardo III, rey de Inglaterra Y Carlos VI, sucesor de Carlos V, rey de Francia concluyeron en una tregua que terminaría con la batalla de Azincourt hacia 1415, donde los franceses sufrieron una grave derrota.
Durante la batalla de Azincourt los arqueros ingleses concentrados en una colina protegidas por empalizadas al mando de Enrique V consiguieron derrotar a la caballería pesada francesa, en la que tanto el vencedor Enrique V como el vencido Carlos VI murieron. En 1428 los ingleses tomaron Orleans, mientras Carlos VII accedía al trono.
Orleans parecía perdida, pero una joven de 17 años llamada Juana de Arco que decía oír las voces de san Miguel, santa Margarita y santa Catalina que le ordenaban expulsar a los ingleses de Francia fue al encuentro del Delfín en la corte de Chinon, allí escondido entre los cortesanos Juana lo reconoce y le afirma que es el heredero del trono.
Enardecido por el entusiasmo de Juana, Carlos deja partir un ejército hacia Orleans y el 8 de mayo de 1428 cae Orleans, a la que le siguieron Jargeau y Meung, mientras La Hire, compañero de Juana, capturaba en Patay al jefe de los ingleses Talbot.
A pesar de la opinión de los consejeros del rey, Juana lo convence para que se haga consagrar en Reims, pero la ciudad estaba en manos de los borgoñones, a pesar de ello esta lo conduce hasta la ciudad y en 1429 es consagrado por el arzobispo de Chartres como Carlos VII.
Una vez consagrado el rey tenía que dirigirse a París, pero sus consejeros lo convence de que primera pacte con el duque de Borgoña, Felipe el Bueno, Juana y sus partidarios se niegan, situación que aprovechan los borgoñones para capturarla y entregarla a los ingleses, que la condenan de brujería, a pesar de resistir con valentía las acusaciones y tras las torturas cayó enferma y se retracta, por lo que es condenada a morir en la hoguera el 30 de mayo de 1431.
Carlos VII no hizo el menor intento por rescatar a Juana, a quien le debía todo, mientras en Inglaterra asumía el poder el cardenal Beaufort, en este contexto los franceses se unen con los borgoñones y los ingleses se encontraban solos ante los franceses. En 1436 París se rindió frente a los borgoñones y Carlos VII se dedico a reorganizar el reino, la actividad comercia prospero y la Iglesia se puso de parte del rey de Francia, que para 1445 asentó su autoridad.
En 1449 el duque de Somerset, al servicio de los ingleses ordeno tomar Fougeres, pero todos los príncipes y el duque de Borgoña apoyaron a Carlos VII, y este aprovechando los disturbios sociales en Inglaterra recupera Fougeres, toma Ruán y luego Honfleur, hasta aplastar al ejército inglés en Formigny para 1450, fecha en la que Normandía era nuevamente francesa. En 1451 toma Gascuña y Carlos VII masacra a los ingleses en la batalla de Castillón, hasta que finalmente Burdeos se rinde en octubre de 1453 y los franceses triunfan, la Guerra de los Cien Años había terminado.
En 1439 Carlos VII se dio cuenta de las ambiciones de sus hijos por controlar el poder, situación que fue comprobada cuando este, Luis XI se volteó a su padre y encabezo una rebelión en su contra llamada la Praguería que terminó en fracaso. Seguidamente en 1446, su padre decide alejarlo de los asuntos de estado, dejándole el gobierno de la provincia del Delfinado.
En esta provincia Luis XI ensayo su modelo político y la convirtió en un principado modelo, pero su autonomía llegó a ser tan grande que para 1456 su padre organizó un ejercito en su contra, mientras Luis buscaba apoyo junto al duque de Borgoña. En 1461 Luis XI accede al trono y su reinado empezó mal, mandó a asesinar a todos los oficiales que combatieron contra él a favor de su padre, además de unas reformas financieras ambiciosas que terminaron por debilitar al estado.
Ante esta situación, su hermano Carlos de Berry y el duque de Bretaña Francisco II, se agruparon en la liga del Bien público y encabezaron una revuelta en su contra, que terminó en 1465 con la batalla de Montlhéry que trajo resultados inciertos. Como consecuencia de esta batalla Luis XI tuvo que devolver los territorios comprados al duque de Borgoña, logrando conservar París, mientras su hermano Carlos se apoderaba de Normandía.
A continuación Luis XI emprendió una hábil política, en la que se supo valer de las divisiones entre sus enemigos, para recuperar poco a poco el terreno perdido. Seguidamente consigue que Carlos le devuelva Normandía y en 1468 le impuso al duque de Bretaña el tratado de Ancenis, que buscaba la integración entre Bretaña y Francia, mientras debilitaba a los príncipes y los unía a su causa, dejando a su rival más fuerte, Carlos el Temerario sin aliados.
En 1467 Carlos el Temerario sucedió a su padre, Felipe II el Bueno en el ducado de Borgoña y seguidamente unifica a los Países Bajos con el ducado. Carlos disponía de las riquezas de Flandes y de Brabante, además de los ingleses por estar casado con la hermana del rey Eduardo IV. En 1468 Luis XI se reúne con Carlos en Péronne, quien se da cuenta de sus ambiciones y apresa al primero.
Para su libración Luis XI le propone dejarle Champaña y acepta acompañarlo a Lieja, en donde todos sus aliados son masacrados en una sangrienta represión. Luis aprendió la lección y abatió a sus enemigos, unos terminaron decapitados y otros encerrados, mientras que este desconfiaba de los hombres grandes y se unió con aquellos que le debían todo.
En Inglaterra Eduardo IV ejercía el trono y Luis XI se preocupó por si se uniese con Carlos el Temerario, por lo que Luis financió un complot para que el trono se le devolviera al rey anterior, Enrique VI y seguro de alejar a los ingleses se lanzó sobre las ciudades de Somme, Saint Quentin y Amiens, de posesión borgoñona.
En 1471 Eduardo IV recupera el trono y los ingleses se unen a los borgoñones y en la ciudad de Picardía la contraofensiva fue fulminante, pero la ciudad de Beauvais resistió para fortuna de Luis, en la que hasta las mujeres lucharon por defender la ciudad, mientras Carlos mantenían inmóvil a su ejército, los franceses se cansaron por el hambre, por lo que ambos bandos establecieron una tregua para 1472.
En lo sucesivo Luis XI se une al duque de Austria y contrata mercenarios suizos, los mejores soldados de la época, mientras Carlos intenta casarse con la hija del emperador germánico Federico III, que se niega, por lo que Carlos ataca Colonia. En esta situación Luis XI defiende la ciudad y forma en 1474 una liga antiborgoña formada por este, los suizos y Federico III.
Carlos estaba cada vez mas aislado, así que decide pedirle apoyo a Eduardo IV y para 1475 logró reunir un ejército de 30.000 hombres, pero mientras sitiaba la ciudad de Neuss defendida por los suizos y ante su obstinación por tomar la ciudad, no acudió al encuentro con el ejército inglés, situación que aprovecha Luis XI para negociar con Eduardo IV, que a cambio de una cuantiosa suma abandona a Carlos el Temerario, cuyo ejército quedo sumamente debilitado.
En 1476 los suizos atacaron por sorpresa al ejército borgoñón en Grandson y Carlos se salvo al ofrecerle las riquezas de su bagaje a los suizos. Seguidamente reorganiza su ejército y sitia Morea, pero los suizos lo acorralan y sus 10.000 hombres son asesinados, logrando huir por poco. Aún sin un ejército solido Carlos sitio Nancy en 1477, a la que acude el duque de Lorena en su ayuda y los borgoñones son aplastados, mientras Carlos el Temerario cae muerto en la batalla.
En su reinado Luis XI se valió de las ambiciones de sus enemigos para su victoria, aumento la presión fiscal y sus súbditos se enriquecieron, se interesó por los problemas económicos y creó con los italianos la industria de la seda y con los alemanes realzo las minas, mientras fundaba grandes ferias en Lyon y convertía a Marsella en el centro del comercio en el Mediterráneo.
Luis intentó recuperar los territorios borgoñones pero estos opusieron una gran resistencia después de la muerte de Carlos. A continuación María de Borgoña, hija de Carlos, se casó con el hijo del emperador germánico Maximiliano, y a la muerte de María este se reparte con Luis XI sus territorios, los Países Bajos para Austria y Borgoña para Francia, mientras la hija de estos Margarita de Borgoña se casaría con el hijo de Luis, el futuro Carlos VIII.
El rey Luis XI murió en 1483 y su reinado quedo en manos de su hija Ana de Francia, mientras este se había convertido en el primer estadista moderno, que supo organizar las alianzas para sus grandes victorias, base fundamental en las estrategias políticas de la Edad Moderna, en donde la Francia Feudal desde hacía tiempo se había convertido en monárquica.
Continuara...
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