sábado, 17 de julio de 2010

Persia


Hacia el inicio del primer milenio antes de la era cristiana un grupo de indoeuropeos entre los que se encontraron iranios, medos y persas se instalaron en lo que corresponde al actual Irán. Los medos constituyeron un reino alrededor de Ecbatana y con la ayuda de los babilonios derrotaron a los asirios y se hicieron con grandes territorios. Por otro lado, los persas se instalaron en la región de Parsua, al sur del lago de Urmia y hacia el 700 A.C. se establecerían en la región de Parsuma.
Un jefe persa, llamado Aquemenes, aprovechando las dificultades que sufría su vecino Elam en la lucha contra los asirios, unifico a las tribus persas y dio su nombre a la primera dinastía como la de los Aqueménidas, en donde el imperio empezó a crecer a expensas de Elam.
Hacia 675 A.C. su hijo Teispes accede al trono y toma Anzán, la antigua ciudad elamita, estando esta civilización en decadencia. De este modo prosiguió con su expansión y se anexiono la provincia de Parsia, la actual Fars. Pero a su muerte en el 640 A.C. el país quedo dividido entre sus dos hijos, Ariammo rey de Parsua y Ciro I, rey de Parsuma.
Los dos reinos fueron vencidos por los medos, quienes se encontraban en el apogeo de su poder, pero Cambises, hijo de Ciro I sube al trono en el 600 A.C. une a los dos reinos y se casa con la hija de un soberano medo, en donde su hijo Ciro II le daría la mayor época de gloria a los Aqueménidas.
En el 558 A.C. Ciro II accedería al trono y reinaría hasta 530 A.C. Inicialmente se enfrento a su abuelo e inicio una lucha contra los medos y después de tres años de guerra, consigue derrotarlos y formar en el gran Imperio Persa. Seguidamente prosiguió con su conquista, sometiendo a Turkestán y Afganistán llegando hasta el noroeste de la India, hasta que en 547 A.C. derrota a otra potencia rival, la de Lidia.
Gracias a su poder militar consiguió que varias ciudades griegas en Asia Menor, se rindieran ante su avance, pero para poder dominar el mundo necesitaba conquistar dos grandes imperios a Babilonia y a Egipto. En 539 A.C. Ciro conquista Babilonia y se convierte en rey de la ciudad, haciendo de esta la residencia de la monarquía persa. Después de la gran conquista Palestina, Siria y Fenicia serían sometidas bajo el control Persa y solo Egipto resistiría el avance Aqueménida.
Posteriormente el hijo de Ciro II, Cambises II, proseguiría con la expansión de su padre y para el 525 A.C. sometería a Egipto bajo el poder Persa, siendo nombrado como faraón y fundador de la XXVII dinastía egipcia, pero se enteraría de que en Persia se suscitaban revueltas por parte de la nobleza y decidió regresar al reino pero murió en el camino.
El éxito de estos reyes, no solo se baso en un poderoso ejército con el cual someter pueblos, sino también en una hábil política, haciéndose ver como libertadores más que conquistadores, estos reyes permitían libertades de culto en las regiones conquistadas, así como respeto para las noblezas y las clases que imperaban en ellas, siempre y cuando se sometieran a un sistema de impuesto establecido las regiones se mantuvieron en prosperidad y veían a estos emperadores como sus salvadores, antes que ha conquistadores.
Después de la muerte de Cambises II, en 522 A.C. un usurpador gobernaría en el trono durante 9 meses, hasta que Darío, llamado rey de reyes como descendiente de los Aqueménidas toma el poder. Al inicio de su reinado tuvo que enfrentarse a un conjunto de revueltas que sucedían por todo el imperio, estableciendo un sistema de castigo con el que suprimió las revueltas en Babilonia, Persia, Media, Egipto, Elam y algunas tribus de Asia Central. Estas revueltas terminaron en luchas violentas como resultado del levantamiento ocasionado por Frawartish, que se hacía llamar así mismo un descendiente del antiguo rey medo, que hizo enfurecer a Darío, quien acudió en persona a reprimir la revuelta, la cual fue terrible y tras sofocar el levantamiento de Babilonia en el 521 A.C. había restaurado todo el imperio de sus antepasados.
Al terminar las revueltas Darío decide reorganizar el imperio, reestructura la administración y confía a los persas puestos clave en cada una de las poblaciones locales. Posteriormente entre el 519 y el 512 A.C. iniciaría nuevas campañas militares, con las que conquistaría Tracia, Macedonia y el noroeste de la India y a fines del siglo VI A.C. el imperio Aqueménida se extendía desde el Indo hasta el Mar Egeo y desde Armenia hasta la primera catarata del Nilo.
El poderío de Persia no sobrevivió mucho tiempo bajo el reinado de Darío. En la primera mitad del siglo V comenzaron nuevamente las revueltas, pero principalmente en las ciudades de Asia Menor, que dio lugar a un conflicto conocido como las Guerras Médicas, que significo grandes derrotas por tierra y por mar para el Imperio Persa. Posteriormente se iniciarían nuevas rebeliones en Media, Egipto y Babilonia, ante los altos impuestos por la guerra en Asia Menor, el pueblo se enfureció y los sentimientos nacionales revivieron, iniciándose una política de represiones por parte de Darío, pero que culmino con peores revueltas.
A partir del reinado de Artajerjes II la monarquía persa continúo con las represiones, pero el imperio se desintegraría y las provincias se dividirían. En este contexto un ejército macedonio comandado por Alejandro Magno en el 334 A.C. inicio una campaña contra los persas, quienes fueron derrotados por este y al no encontrar oposición fuerte para el 331 A.C. los persas sucumbirían y las ciudades monárquicas de Susa y Persépolis fueron saqueadas por Alejandro.
A principios del tercer milenio de la era cristiana se constituyeron varias realezas y entre ellas destacaba la de los Istajr quienes se consideraban herederos del imperio Aqueménida y descendientes de Darío, por lo cual el sumo sacerdote llamado Sasán, crearía una dinastía real llamada los Sasánidas.
Ardacher, nieto de Sasán se hizo proclamar rey de Persia y extendió su poder sobre Isfahán y Kirman y en 224 se enfrentó al soberano parto Artabán IV, a quien mato con sus propias manos. Dos años después se presento en Ctesifonte, la capital del imperio parto y se hizo coronar rey. Reino hasta 241, en donde expulso a la dinastía extranjera y estableció una nueva unidad nacional en el Imperio Persa
Los Sasánidas realizaron diversas expansiones militares para recuperar los territorios perdidos y alcanzar la unidad nacional, recuperando los territorios de Bactriana y aquellos del noroeste de la India que habían pertenecido al Imperio Persa a expensas de la dinastía Kusana de la India. Posteriormente pueblos nómadas amenazaban al imperio, por lo que los Sasánidas buscarían apoyo en la ciudad de Antioquía perteneciente al Imperio Romano, que también estaba amenazada por los bárbaros.
Pero como resultado de que las tierras del oeste se encontraban libres los dos imperios entraron en conflictos, en donde inicialmente los romanos no dejaron avanzar a los persas, pero durante el reinado de Sapor I, hijo de Ardacher se apodera de Antioquía para el 260, y busca anexarse Armenia que también era objetivo de los romanos, iniciándose una lucha entre ambos que terminaría con el dominio Persa.
Durante el reinado de Sapor II entre 309 y 379 aparecería una nueva amenaza la de los Hunos, quienes inicialmente fueron detenidos por Sapor, pero posteriormente se anexionarían el antiguo territorio de los Kusana de la India, convirtiéndose en un peligro para los Sasánidas.
Al principio las relaciones eran hostiles pero durante el reinado de Kavad I, este se alío con los Hunos y recibió el apoyo de sus ejércitos durante los problemas sucesorios que se suscitaban en el imperio. Kavad I aprovecho el gran poder militar que tenía para iniciar una política de expansión. El ejército estaba compuesto por una unidad de elite constituido por la caballería pesada acorazada, que le habían proporcionado los nobles persas y los elefantes de guerra que utilizaban los partos durante sus campañas militares, una formación auxiliar integrada por guerreros vasallos y hunos y la caballería armenia, mientras la retaguardia estaba compuesta por campesinos sin experiencia militar, además de poseer una impresionante habilidad en la poliorcética o el arte de asediar ciudades.
Los Sasánidas lograron restablecer el imperio iranio gracias al apoyo que tenían sobre el poder central, un ejército bien entrenado y el respeto hacia la nobleza, así como por trabajos de irrigación e industrialización que lo convirtieron en una potencia económica, cuya religión era Mazdeísta, basada en un maniqueísmo entre las fuerzas del bien y del mal dentro de su doctrina religiosa en la lucha entre Ormuzd creador del mundo, la luz de arriba y Ahrimán la luz de abajo.
El imperio alcanzaría su mayor extensión durante el reinado de Cosroes II, pero sería derrotado por el Imperio Bizantino y posteriormente conquistado durante la Expansión Musulmana.

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